Por @Alvy — 2 de marzo de 2018
En Bon Apetit publicaron hace años un largo artículo con ejemplos reales sobre cómo los supermercados utilizan «técnicas psicológicas» para vender más – algo que es difícil de olvidar cuando estás por ahí haciendo la compra.
Es un buen ejemplo del uso de la «ciencia aplicada» (ya sea estadística, del comportamiento o psicológica), en este caso para hacer el mal. Es difícil no sentirse sucio, utilizado y manipulado tras leer esto:
- Un supermercado típico tiene unos 64.000 productos.
- La mitad de lo que compras no era lo que ibas a comprar.
- El objetivo principal de un súper: que pases más tiempo dentro.
- En casi todos los locales se entra por la derecha porque el 90% de la gente es diestra y es más fácil hacer la ruta cogiendo los productos con la mano derecha.
- A la entrada suele haber productos olorosos (pan recién hecho, frutas, comida precocinada) para aumentar la sensación de hambre.
- El truco si te ofrecen algo de comer en una bandeja no es tanto que lo compres como que salives y te aumente la sensación de hambre. Tener hambre se correlaciona con «comprar más comida».
- Los productos con más margen de beneficios suelen estar en los extremos (periferia del circuito); los que menos en el centro.
- Las frutas y verduras tienen una iluminación especial para que se vean estupendamente bonitas y apetecibles.
- A veces cambian el tipo de suelo para que los carros vayan más lentos.
- Los cereales con cajas de colores más llamativas e infantiles se colocan abajo: a la altura de los niños.
- Los productos más baratos, genéricos o marcas blancas suelen estar al ras del suelo: la gente inconscientemente paga más por no agacharse.
- Los productos destacados en los extremos de los pasillos no siempre están de oferta: son un reclamo para los más vagos.
- La posición de los productos en las estanterías muchas veces depende de contratos entre las marcas y el supermercado, más que de lo que necesitan los clientes.
(Vía The Loop.)