Desde el departamento de vehículos-viejunos-que-nunca-llegaron-a-nada nos llega este curioso trasto anfibio de Chrysler de la década de 1960. Con un motor de 225 CV según se movía gracias a unos gigantescos tornillos cilíndricos huecos, que le permitían desplazarse por tierra o por agua. Entre otras curiosidades, resulta divertido ver cómo podía desplazarse lateralmente.
¿Suena bien la idea, verdad? Pues no. La prueba es que no ha quedado rastro de este artilugio al cabo de unas décadas – y que probablemente en este anuncio sea en el único lugar en que lo veamos. Quizá su mantenimiento fuera económicamente imposible, su desplazamiento ineficiente –no hay que ver más que los surcos que levantaba– o el hecho de que prácticamente destruyera todo a su paso cual cortacésped gigantesco tuviera algo que ver.
¡Ah, esos grandes inventos incomprendidos!