En este curioso artículo de la Mother Nature Network examinan cuán rápido se podía viajar en Estados Unidos en el siglo XIX. El tiempo de viaje –auténticas aventuras de varias semanas– se expresaba con estos curiosos mapas en los que se marcaba el tiempo necesario para llegar hasta una zona alejada del punto de origen, en este caso Nueva York.
Normalmente esos viajes eran a velocidad de «tren de vapor». Una vez usé uno de esos, el famoso Tren de la fresa que va de Madrid a Aranjuez y, el ritmo era de paseo, totalmente agradable pero un poco cansino – desde no como para tener prisas. Velocidad punta de 55 Km/h, para ser más exactos.
Me recordaron a los mápas de tiempo de MySociety, donde pueden verse ejemplos similares –pero más actuales y en color– para diversos puntos del Reino Unido.
Es curioso ver cómo los tiempos de esos mapas se van acortando con el paso de las décadas, hasta llegar a viajes más razonables como los de los trenes «modernos» de 1930, que hacían que atravesar el continente requiriera tan solo tres o cuatro días como máximo.
Comparativamente, hoy en un día el viaje de costa a costa –Nueva York a San Francisco, por ejemplo– puede hacerse en unas seis o siete horas en avión: puedes levantarte temprano, completar el viaje y llegar para la hora de comer. Sin duda, y como dicen en el artículo, cómo esto ha cambiado la forma de entender el tiempo, los negocios, el ocio y el planteamiento de la vida en general ha sido uno de los más importantes avances de los últimos siglos.
(Vía I Love Charts.)