La «humanidad en su conjunto» tiene estas preferencias
en cuanto a quién salvar (más azul) o quién sacrificar (más morado)
ante un accidente inminente / Fuente: MIT
En el Foro Económico Mundial y MIT News publicaron al alimón una referencia a los resultados de un trabajo de investigadores del MIT sobre el famoso «dilema del tranvía» en el que los participantes se enfrentan a una situación difícil en la que deben decidir «a quién salvar» (o «a quién sacrificar») ante un accidente inminente. Se publicó en Nature: The Moral Machine Experiment.
Para averiguarlo utilizaron La máquina del juzgamiento moral, una especie de juego/encuesta con el que recopilaron información de gentes de todo el mundo. Si jugaste, tu «opinión» está incluida.
En total la máquina del juzgamiento moral recopiló unas 40 millones de decisiones individuales de gente de 233 países y territorios (con más de 100 opiniones en 130 países). En total había datos demográficos de unas 491.921 personas con los que segmentar los resultados por edad, educación, género y puntos de vista religiosos y políticos.
Los gatos se llevan la peor parte, seguidos de los criminales, aunque globalmente parece ser que preferiríamos que sobreviviera un perro a un criminal. Los mayores sacrificios se harían en favor de bebés, niñas, niños y mujeres embarazadas. Siguiendo por la cola de los «sacrificables» estarían ancianos y ancianas, los sintecho y los gordos y gordas. Aunque suene bastante cruel es en cierto modo un reflejo de la «opinión de la humanidad». ¿Se implementará algún día en un algoritmo?
En general los investigadores no encontraron grandes diferencias de unos grupos de participantes a otros, aunque había ciertas preferencias según las segmentaciones demográficas y se apreciaban «agrupaciones» en las selecciones de occidentales, orientales y gente de países del norte o del sur (por ejemplo los del sur tienden a sacrificar más a los ancianos y los del norte más a los jóvenes).
Aunque el experimento no deje de ser nada más que un acercamiento al problema, ver los datos así, sin paños calientes, acongoja un poco. Quizá por nuestro rechazo natural a tratar temas como la muerte o la «cuantificación» del valor de los seres humanos en este tipo de dilemas. En cierto modo es algo que sólo se da en situaciones morales extremas como pudieran ser aquellas a las que se enfrentan los dirigentes políticos, militares, jueces, médicos, coches autónomos o… los agentes de seguros.