Este Bunker que nos enseñan en What’s Inside está situado en un lugar «secreto» de Kansas; hay una docena de «unidades» en su interior –espacios para una familia/grupo– y se venden por entre 1,5 y 3 millones de dólares cada una. Originalmente eran un silo de misiles pero cuando terminó su vida útil se vendió y ha sido reacondicionado de arriba a abajo.
Lo llaman «búnker de lujo del Día final» y razón non les falta. Tiene el atractivo de los refugios subterráneos y la majestuosidad del complejo de la montaña Cheyenne, la intrincada estructura de Burlington y compite con cualquier otro refugio nuclear reacondicionado.
Entre las curiosidades de su interior se incluye una superespaciosa zona de entrada donde podrían aparcarse varios vehículos, un sistema electrónico repelente de pájaros (para que no entren al abrir la gigantesca puerta) y una gigantesca habitación llena de baterías. Y para que no falte de ná hay hasta una zona para perros, salas de juego y entretenimiento y una gigantesca piscina. Dicen que trajeron a gente de la NASA para ayudarles a entender qué tipo de cosas necesitarían para que el lugar fuera cómodo y acogedor, teniendo en cuenta que es lo que es un «búnker del Apocalipsis» y la verdad es que no les han quedado mal. Y, naturalmente, con Wi-Fi en todas partes.
Lo más increíble es quizá que tiene 15 niveles hacia abajo: quince plantas divididas en zonas para servicio, habitaciones y otros: desde restaurante a tiendas, despensa (con comida para cinco años), dentista, quirófano, escuela (llena de iMacs) y hasta cine… Es sencillamente colosal. La sala de control en sí misma es alucinante, con decenas de cámaras interiores y exteriores y las habitaciones más que dignas de refugio parecen suites presidenciales de hotel de lujo. Definitivamente: un buen sitio si acaso de pilla el Día del Fin del Mundo casualmente por allí.