Por Nacho Palou — 14 de junio de 2017

Apple park campus cupertino
El edificio del Pentágono (431 m) cabría dentro de la circunferencia exterior de Apple Park (464 m). Puesto de pie el edificio principal del Apple Park sería más alto que el Empire State (443 m). Imagen: Apple.

En Wired, If You Care About Cities, Apple's New Headquarters Sucks,

En este edificio todo es lo mejor. El vidrio toroidal del techo se curva científicamente para desalojar el agua de lluvia. Y si no vuelve a llover nunca más (después de todo esto es California) pues no pasa nada, para eso un arbolista eligió miles de ejemplares de nuevas especies resistentes a la sequía. No todos los empleados de Apple podrán ubicarse en el nuevo edificio —¡vaya!— pero 12.000 de ellos sí lo harán. Eso sí, sólo hay 9.000 plazas de aparcamiento, se supone que para animar a la gente a que use los autobuses para empleados. Y una vez estén allí no van a querer irse. El centro de fitness tiene una pared de escalada con piedra. Los bordes de hormigón de las paredes del aparcamiento son redondeados. Los sistemas de extinción de incendios son los que se usan en yates. Los carpinteros extrajeron la madera para los paneles en el momento exacto del año que exigió el difunto Steve Jobs —a mediados del invierno— para evitar que tuvieran un exceso de savia. ¡Claro! Nadie quiere paneles de madera blanduja. Esto no es como si fuera Microsoft.
Pero... one more thing. No se puede entender un edificio sin mirar lo que hay a su alrededor —el entorno, dicen los arquitectos. Desde esa perspectiva la nueva sede de Apple es un edificio retrógrado, volcado hacia el interior, con desprecio por la ciudad donde se ubica y por las ciudades en general. La gente reconoce a Apple por su capacidad para definir la estética del futuro. Sus ordenadores y móviles parecen ciencia ficción. Sin embargo al construir una megasede de 5.000 millones sacada de mediados del siglo pasado Apple ha acrecentado los ya de por sí graves problemas propios de los extrarradios del Siglo XXI, como Cupertino: transporte, vivienda y economía. Apple Park es un anacronismo envuelto en vidrio, escondido en un barrio.

El artículo hace un repaso a los numerosos problemas de transporte y vivienda que afectan a la zona de la Bahía si bien —admite el artículo de Wired— los problemas de la zona van más allá del edificio de Apple.

Como en otras muchas ciudades del mundo resulta difícil encontrar el equilibrio entre que una ciudad sea asequible y agradable para vivir y que ofrezca buenos servicios (de transporte público, salud o educación) y el beneficio económico de incorporar un gran número de puestos de trabajo. Por ejemplo, la dificultad de construir nuevas zonas residenciales en algunas ciudades (en Cupertino, en este caso) por la saturación supone que esa ciudad tiene que hacerse cargo de una población que envejece pero sin poder incorporar nuevos contribuyentes. A la vez cada día llegan miles de empleados desde ciudades como San José, a 16 km o San Francisco, a 75 km.

Se enumeran algunos de los principales desafíos a los que se enfrentan y se enfrentarán cada vez más las ciudades modernas (no sólo las mencionadas) que van envejeciendo en población e infraestructuras a la vez que se vuelven inasequibles para los jóvenes.

Este es un problema que va más allá del Apple Park (que el autor del artículo ve como una ocasión perdida para bocetar el futuro para las ciudades) y que es común ver en cada vez más ciudades, también aquí en España: precios demasiado altos para los jóvenes que se van a la periferia y más impuestos para quienes se quedan, mientras envejecen.

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