En cierto rebuscado modo, esta canción se escribe a sí misma – o casi. Comenzando por la sugerencia del autocorrector (the) se van eligiendo palabras tras palabra hasta que más o menos tengan sentido. Unas palabras sugieren otras, y así hasta el infinito y más allá.
Jonathan Mann debió pasarse un buen rato hasta conseguir la toma correcta para luego cantarla con ritmo y gracia, sobre todo teniendo en cuenta que rimar, rima poco, pero la pieza final es bastante resultona.
Es música con base tecnológica, algoritmos y un poco de inteligencia artificial: me recordó ese meme sobre la diferencia entre la música de hoy en día y la de los 80 que circula por ahí…