Por @Wicho — 7 de Diciembre de 2005

Casi mes y medio después de que se hiciera público el fiasco del sistema DRM de Sony la empresa por fin ha sacado un desinstalador en condiciones que sustituye al anterior desinstalador que funcionaba a través de una página web y que dejaba el ordenador todavía peor que antes de desinstalar este software.

Si tenemos en cuenta que Sony estaba sobre aviso de los problemas del software en cuestión desde 28 días antes de que se hicieran públicos, como se puede leer en Sony knew about rootkits 28 days before the story broke, sólo les ha llevado 65 días ofrecer una solución al problema.

No está nada mal para hacer amigos -en las discográficas, claro- y perder unos cuantos clientes en el MundoReal™.

Por cierto, demostrando aquello de que a perro flaco todo son pulgas, hoy ha saltado la noticia de una nueva vulnerabilidad en otro software DRM utilizado por Sony: EFF and Sony Disclose New DRM Security Hole.

El que lo tiene más claro es Damien Kulash, el cantante del grupo OK Go, quien escribe esto en el editorial titulado Buy, Play, Trade, Repeat del New York Times:

Los fans que controlen de tecnología no van a comprar un disco con limitaciones cuando pueden conseguir gratis una versión sin esos problemas. Los que controlen menos de la Red (esos que no conocen los sencillos trucos que permiten saltarse el software de protección contra copia o que no usan las redes P2P) son castigados con discos que a menudo no se pueden cargar en sus reproductores de mp3 (el programa contra copias es incompatible con los iPods de Apple, por ejemplo) y que algunas veces incluso no pueden ser reproducidos en sus ordenadores.

Los fans con conciencia, aquellos que compran música legalmente porque es lo correcto, son simplemente insultados. Han escogido no robar su música, y las discográficas se lo agradecen dándoles un producto inferior limitado por un software que es en el mejor de los casos una molestia, y en el peor una amenaza para la seguridad.

En lo que respecta a los músicos, no nos queda sino plantearnos cuanta gente más podría estar escuchando nuestra música si no supusiera tales follones, y cuantos iPods más podrían tener nuestros álbumes cargados si las discográficas no hubieran saboteado nuestros discos con software molesto.

Otra opinión interesante al respecto, y sin cortarse demasiado, por cierto, es la de Enrique en Esto ha ido demasiado lejos.

(Vía Boing Boing y demás fuentes citadas.)

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