A finales de la tarde de este pasado viernes en Estados Unidos, un tribunal dio su veredicto en el caso Apple vs. Samsung. El resultado lo conocimos a través de todas las agencias y periodistas presentes en la sala, que iban desgranando en Twitter las 700 respuestas, punto por punto, que tenían los 33 folios de preguntas que los jurados debían responder.
El resultado: Apple 1.051.855.000, Samsung 0.
Y es que el tribunal consideró que 1.051 millones de dólares (unos 800 millones de euros) son el pago justo que Samsung debe hacer a Apple por infringir sus patentes en un montón de aspectos del diseño de los dispositivos móviles que ha vendido hasta la fecha. Eso incluye desde los gestos multi-touch al zoom o el diseño negro de la superficie de la pantalla.
Anoche, ir leyendo la lista de infracciones según pasaban los segundos era como ver a un boxeador de 120 kilos rematar a un peso pluma sin piedad una y otra vez, descargando la ira del infierno. La única esperanza de Samsung era que algunas de las patentes de Apple fuerzan consideradas inválidas, pero eso no sucedió. La sensación de «por favor, remátenlos para que no sufran» era patente.
Samsung, por su parte, no se llevará ningún beneficio de todo esto. Tal solo en uno de los puntos se le da la razón (el «Samsung Galaxy Tab 10.1 no es como el iPad a nivel de diseño») y poco más; su contraataque con una denuncia cruzada contra Apple no ha servido de nada. En cambio, prácticamente todos los teléfonos de modelos de la compañía coreana, según el jurado, han infringido alguna de patentes de Apple y ahora tendrán que pagar por ello.
Por suerte, 800 millones de euros (Apple pedía unos 2.000) son tan solo una pequeña parte de los beneficios anuales de Samsung (que en 2011 tuvo unos beneficios de unos 12.000 millones), así que simplemente ajustando las cuentas considerarán esa multa como «el impuesto Apple» y todo seguirá funcionando: las normas obligan a las empresas que poseen patentes importantes como las de Apple a cederlas a «un precio justo» incluso a sus competidores. Para los usuarios finales no habrá problemas: el mundo seguirá igual y podrán seguir disfrutando de sus dispositivos favoritos.
En Apple estarán celebrándolo y en Samsung buscando cómo recurrir la sentencia. Mientras tanto, los analistas se preguntan si este tipo de fallos es bueno para alguien o si la industria de la tecnología necesita un cambio: ¿Protegen este tipo de patentes a las empresas innovadoras? ¿O más bien frenan la innovación?
Lo único que es definitivo en este caso también lo leímos ayer en Twitter: los abogados han ganado de nuevo.