8000 globos marcan parte del recorrido del muro de Berlín
Esta noche se cumplen 25 años de la caída del Muro de Berlín, un engendro que durante 28 años dividió la ciudad de Berlín en dos.
Como alguien a quien le espanta el uso de las diferencias culturales para marcar diferencias en lugar de para enriquecer su existencia me parecía una aberración, y más cuando en este caso su único objetivo era defender un régimen político.
Además, en el verano de 1985 me quedé encerrado un rato en una habitación con ventanas enrejadas en la parte del muro correspondiente a Alemania oriental, con lo que salvando todas las diferencias con quienes tuvieron que sufrirlo durante décadas, le tenía una cierta manía adicional.
Esto sucedió cuando dos amigos y yo, que estábamos de Interail por Europa adelante, quisimos pasar a Berlín del este por el famoso Checkpoint Charlie, pero al llegar a la frontera de la República Democrática Alemana nos encontramos con que había que comprar una cierta cantidad de marcos de la RDA para poder entrar en el país.
Información sobre el muro en Potsdamer Platz
Resultó que no llevábamos efectivo suficiente, por lo que le dijimos al agente de aduanas que nos íbamos a dar la vuelta, lo que no pareció encajar en ninguno de sus procedimientos, pues en lugar de decirnos que adiós muy buenas nos hizo pasar a la citada sala con ventanas enrejadas y nos dejó allí encerrados.
Sería una media hora hasta que vino un oficial al que le contamos nuestra vida y por fin nos dejó marchar, pero vaya ratito que pasamos.
1985, ni móviles ni nada parecido; Interail, nuestras familias no tenían ni idea de por donde andábamos.
Así que, adiós, muro, nunca máis.
Lo malo es que a veces parece que no hemos aprendido nada en todos estos años.