Por Nacho Palou — 16 de noviembre de 2012

En la última semana larga he tenido ocasión de probar el iPad Mini de Apple.

Mi impresión es que reproduce con bastante fidelidad la experiencia de uso del iPad, aunque evidentemente los elementos en pantalla ven reducido su tamaño respecto al iPad.

Esto en algunos casos dificulta algo el manejo táctil (probablemente por estar acostumbrado al modelo "normal" y porque mi dedo mantiene el mismo tamaño) y en otros casos los mejora.

Por ejemplo en el iPad Mini el teclado en vertical se puede utilizar con ambas manos, como en un teléfono móvil.

Es innegable que sobre el papel el gran "pero" del iPad Mini es la resolución de 1024 x 768 píxeles, la misma que utilizan el iPad original y el iPad. La menor pantalla del iPad Mini (7,9 pulgadas vs. 9,7 pulgadas) mejora un poco la nitididez respecto a éstos. Después de utilizarlo un poco te acostumbras rápido, de modo que la experiencia de uso no cambia demasiado.

Lo bueno de esta resolución es que permite, desde el momento en que lo sacas de la caja, utilizar sin problemas las miles de aplicaciones que ya existen para iPad (unas 275.000), además de las de iPhone.

También el iPad Mini es mucho más ligero (pesa la mitad), apreciablemente más pequeño y algo más asequible (desde 329 euros).


El iPad Mini (izq.) junto al iPad de cuarta generación.

El iPad 4 o de cuarta generación es físicamente idéntico a su predecesor. Sólo cambia el conector que ahora es Lightning, como el del iPhone 5 y de los iPod Touch y iPod Nano.

Pero en lo que a potencia se refiere el iPad 4 es otra cosa: es mucho más potente (hasta el doble, según Apple y las mediciones Geekbench y JavaScript SunSpider) que el iPad Mini y que el iPad de tercera generación, y se nota.

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