Cómo es un contrato de «Condiciones del Servicio» y cómo podría ser. Fuente: TNW
En TheNextWeb lo tienen claro: It’s time for apps’ terms and conditions to ditch the legalese. Como ejemplo dicen que según un reciente informe aunque la mitad de los jóvenes británicos entre 12 y 15 años tienen una cuenta en Instagram ninguno de los de un grupo al que entrevisaron entendió el documento de términos y condiciones del servicio. Llegaron a contabilizar 5.000 palabras en «lenguaje abogadil» que requieren estudios de posgrado para entender y apreciar en toda su plenitud.
Quizá en el pasado este tipo de contratos fueran apropiados para el software o los dispositivos que estaban tan solo al alcance de las empresas o los profesionales, y por los que había que pagar grandes cantidades (y tal vez debido a ello exigir compensaciones si algo iba mal). Pero hoy en día ese software está al alcance de los más jóvenes, está en cada vez más «dispositivos caseros» (desde una bombilla a un reloj de pulsera o al coche que conduces) y suele ser «gratuito» (normalmente se usa a cambio de facilitar la información personal, raro sería que compensaran a alguien porque falle su cuenta de Twitter). Pero la cosa No ha hecho sino empeorar.
Cuando en la vida estemos rodeados de máquinas conectadas respaldadas por un sinfín de contratos que no entendemos las cosas pueden acabar complicándose sobremanera, como han demostrado tantos y tantos casos que han versado sobre lo injusta que es letra pequeña. ¿Realmente merecemos eso?
Cómo ha crecido el contrato de Términos del Servicio de Facebook con el tiempo
Seamos realistas: nadie se para a analizar lo que dicen y eso lo sabemos todos. ¿No es acaso necesario repensar esto a estas alturas para acabar con la mayor mentira jamás contada?