Por @Wicho — 11 de octubre de 2016

Uno de los capítulos más curiosos de la historia de la informática se escribió, por increíble que parezca, a principios del siglo XIX en la Inglaterra victoriana.

Charles Babbage concibió dos máquinas diseñadas para hacer cálculos. Una más limitada, la Máquina Diferencial, y otra mucho más ambiciosa, que se puede considerar un verdadero ordenador, la Máquina Analítica. Ambas, pues esa era la tecnología de la época, eran dispositivos mecánicos que funcionarían mediante el giro de una manivela o conectadas a un motor de vapor que hiciera girar esta.

Por distintas circunstancias Babbage no llegó a construir ninguna de esas máquinas, aunque el resultado podía haber si le hubiera hecho algo más de caso a Ada Lovelace, un personaje cuyo importante papel en esta historia ha ido quedando cada vez más claro según se analizaba la abundante correspondencia que mantuvo con Babbage.

Augusta Ada King, la condesa de Lovelace, hija del poeta Lord Byron, más conocida como Ada Lovelace, era una mujer con unas inquietudes intelectuales poco habituales para lo que la sociedad de su época esperaba de una mujer.

Su interés por las matemáticas, en especial, la llevó a trabajar con Babbage en lo que se refiere al desarrollo de la Máquina Analítica.

Entre otras cosas entre 1842 y 1843 tradujo al inglés un artículo del ingeniero militar italiano Luigi Menabrea sobre la Máquina Analítica, traducción que complementó con sus propias notas.

Una de ellas, la Nota G, contiene un algoritmo para calcular números de Bernoulli, que aunque nunca pudo ser probado al no ser terminada la Máquina Analítica, por lo general es considerado como el primer programa de ordenador de la historia, de ahí que se considere a Ada Lovelace como la primera programadora de la historia.

Pero sus escritos iban además más allá de lo meramente técnico, y si bien Babbage sólo pensaba en automatizar cálculos Ada creía que los ordenadores podía servir para mucho más

La Máquina Analítica podría actuar sobre otras cosas más allá de los números si encontráramos objetos cuyas propiedades pudieran ser expresadas mediante la abstracta ciencia de las operaciones, cosas que también deberían ser susceptibles a ser adaptadas a la acción de la notación de operaciones y el mecanismo de la máquina… Suponiendo, por ejemplo, que las relaciones fundamentales en la ciencia de la armonía y de las composiciones musicales fueran susceptibles a estas expresiones y adaptaciones, la máquina podría componer elaboradas y científicas piezas de música de cualquier grado de complejidad o extensión.

En un momento dado Ada le propuso a Babbage encargarse de la parte empresarial de construir la Máquina Analítica: buscar financiación, proveedores, etc, de tal forma que él podría centrarse en los aspectos técnicos; además de tener mucho más imaginación que Babbage ella era mucho mejor que él en lo que a las relaciones con otras personas se refiere.

Ada Lovelace, Charles Babbage, y la máquina analítica en Lego
Lovelace & Babbage: Ada Lovelace, Charles Babbage, y la máquina analítica en Lego, un conjunto pendiente de que Lego decida si lo va a fabricar

Lamentablemente Babbage rechazó de plano la propuesta de Ada, a quien además se la llevó un cáncer de útero a los 37 años en 1852. Así que nunca sabremos qué podría haber sucedido si en el Londres de la reina Victoria hubieran dispuesto de ordenadores y sólo podemos imaginarlo gracias a lo que se cuenta en algunas obras del género steampunk a pesar de que no faltó demasiado para que sucediera; tan poco que casi duele pensarlo.

En honor de Ada Lovelace y con la idea de reforzar la presencia de las mujeres en los campos de la ciencia, tecnología, ingeniería y la matemáticas se celebra el segundo martes de octubre el Día de Ada Lovelace mediante eventos por el mundo adelante e historias publicadas en Internet con tal motivo; esta es nuestra participación este año.

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