Esta semana, en concreto el pasado 7 de junio, se cumplieron 50 años de la muerte de Alan Turing, hecho que ha quedado prácticamente eclipsado a causa de la conmemoración del desembarco de Normandía, en el que Turing tuvo mucho que ver a causa de su trabajo en Blechtley Park para descifrar los mensajes secretos alemanes.
De todos modos, Turing es fundamentelmente conocido -o debería serlo- por ser uno de los pioneros de la informática; probablemente se le podría considerar el padre de la informática moderna gracias a su máquina de Turing.
Desgraciadamente, el que se hiciera pública su condición de homosexual hizo que después de la guerra la sociedad que había contribuido a salvar le volviera la espalda y terminó por suicidarse comiendo una manzana envenenada con cianuro, aunque en los últimos años se ha venido reivindicando su figura con diversos homenajes, y recientemente Business Week la ha dedicado un perfil dentro de una serie que está publicando sobre los grandes innovadores de los últimos 75 años.