En el siempre interesante The Microscopic Channel probaron a amplificar con un microscopio electrónico un antiguo Compact Disc con diversos niveles de aumentos. Los CD de música y los CD-ROM eran básicamente todos iguales (los DVD y Blu-rays son un poco diferentes y tienen varias capas), así que rompiendo uno y rascando la pintura se puede acceder al «interior» con cierta facilidad para echar un vistazo.
Con pocos aumentos apenas se ve nada excepto bonitos colores, pero a partir de los 100 y 200 aumentos las cosas se ponen interesantes, aunque haya que buscar los mejores ángulos y no siempre sea fácil. A partir de 250-500 aumentos empiezan a intuirse las «pistas» (que pueden recordar un poco a las de los discos de vinilo) y cuando se amplía un poco más [código de tiempo 09:40] ya se ven las crestas y valles grabadas en el disco que es como se almacenan físicamente los bits. Esos «bits» tenían unos 800 nanómetros de anchura (casi una micra) y el láser que los leía una precisión de unos 780 nm.
Al llegar a 2.000 aumentos la imagen tiene menos calidad pero se pueden distinguir mucho mejor las pistas y marcas en el CD. Recordemos que los CD utilizaban una codificación llamada EFM y que lo que se ve no son realmente los bits y bytes con la información del disco «así, tal cual». En el EFM se empleaban 14 bits físicos para codificar 8 bits de datos, lo que permite corregir errores y facilitar la lectura. De hecho una «secuencia sin cambios» de dos bits (00 o 11) representa un 0 y una «con cambios» (01 o 10) representa un 1.
Con el tiempo los láseres y la velocidad de lectura mejorarían (y llegó la posibilidad de grabar los CD), pero la capacidad de los CD siguió siendo entre 650 y 900 MB, que era bastante más que los 20, 40 u 80 MB de disco duro con que se vendían muchos ordenadores.