En este vídeo del canal Chornobyl Family puede disfrutarse del trabajo de seis meses de Alex y Michaela, dos entusiastas de la retroinformática de Ucrania y Eslovaquia. Llevan años visitado la Zona y han recopilado información sobre los ordenadores y equipos que se utilizaban en la central de Chernóbil, principalmente sobre uno llamado SKALA.
El caso es que los equipos informáticos de los reactores I, II y III siguieron funcionando tras el desastre del IV durante muchos años (hasta 1991, 1996 y 2000) y luego se dejaron allí abandonados. Recuperarlos era algo que no tenía mucho sentido y ninguna autoridad tenía previsto hacerlo, pero antes de que acabaran en el basurero se rescataron y restauraron para que pudieran verse en el museo de la central.
Tecnología del pasado, pero adecuada para la época
Estamos hablando de una central de los años 70-80 con equipos informáticos y tecnología de la época, que ahora nos parece primitiva a todas luces. El ordenador principal SKALA (de System of Control and Automatization of Leningrad Atomic Station) utilizaba dos procesadores V-30M con 20 KB de memoria RAM cada uno y una memoria compartida de 8 KB. Esa memoria octal estaba fabricada con núcleos magnéticos de ferrita en grandes placas que se guardaban en armarios. Los hilos de conexión de los bits y bytes estaban enhebrados por amanuenses, como en los ordenadores más primitivos, y soldados con 32 puntos de contacto de forma redundante, con dos conectores de dos capas de paladio, porque debían ser totalmente a prueba de fallos.
El SKALA se utilizaba principalmente para recibir toda la información física de lo que sucedía en el reactor RBMK, que consistía en miles de parámetros: temperatura, presión, niveles radioactivos, de agua y demás. Unos datos eran digitales y otros analógicos. Llegaban desde miles de sensores, cable por cable, hasta la sala donde estaba el SKALA y el resto de unidades de procesamiento y control. Un programa principal llamado DREG se encargaba de hacer los cálculos, mostrar los datos y disparar alertas si algo se salía de los parámetros nominales.
Con otro programa llamado PRIZMA se podía también predecir el comportamiento del reactor según se configurara; esto se usaba en la recarga de combustible. Además había otros programas más pequeños para otras labores puntuales, tales como las pruebas y demás.
Sistema operativo y Lenguaje
El lenguaje que «hablaba» el SKALA era puro código máquina, aunque los investigadores han encontrado algunas notas en pseudoensamblador. No tenía un sistema operativo como tal (al menos, no como los modernos) sino que ejecutaba los programas bajo el concepto de ser una máquina virtual. Además del programa principal de monitorización (DREG) y otro de supervisión, había muchos otros para tareas más sencillas o secundarias que se podían ejecutar cuando había tiempo disponible. Los programas se guardaban y cargaban en cintas magnéticas, pero el arranque del sistema estaba preservado en una cinta perforada, como la de los teletipos; también se usaba esta cinta para modificar el código.
Ver e introducir datos
Tan impresionante como la forma de recoger y procesar los datos era la de mostrarlos. En toda la sala de control no había ni un solo monitor (no existía la tecnología), tan solo botones, luces, pequeños displays e impresoras, además de teletipos. Esa sala y sus panales son una obra de arte del diseño, casi como una vidriera medieval. Las imágenes del sitio son propias de los escenarios del Enterprise de Star Trek (la serie original, claro), con miles de botones luminosos cada uno con una indicación, conectados cable por cable al SKALA del centro de procesamiento de datos, mostrando los valores críticos, normales y todo lo que sucedía en la central.
La «interfaz de usuario» para manejar todo aquello eran pues botones físicos, que en algún caso formaban un panel de control alfanumérico que recuerda mucho a los del Apollo Guidance Computer. Había varios para diferentes operadores en toda la sala. Se escribía un código que representaba a un valor, se pulsaba el botón de consulta y se recibía la respuesta en forma numérica.
Mientras tanto, las impresoras iban imprimiendo línea a línea todo lo que sucedía en la central, a modo de log; los teletipos se utilizaba para las alertas más importantes cuando los parámetros se salían de lo normal. De hecho esos registros físicos fueron muy relevantes a la hora de evaluar lo que sucedió durante el accidente nuclear de 1986, uno de los peores de la historia. Curiosamente Alex y Michaela creen que las marcas de tiempo indicadas en esos registros podrían tener cierto desfase temporal debido a cómo funcionaba el SKALA, que hacía que más que el «cuándo ha sucedido el evento» se imprimiera el «momento en el que se ha procesado el evento». Sobre esto investigarán más.
Renovación y fin
Aunque parezca increíble, el SKALA fue renovado en 1991 y continuó operando hasta 2000 en las zonas de la central que todavía eran operativas. Entre las mejoras había monitores convencionales para facilitar ver toda la información y un nuevo sistema llamado DIIS basado en un ordenador CM-1210 ucraniano capaz de ejecutar más rápidamente los programas como PRIZMA. Finalmente dejó de usarse, comenzó su desmantelamiento y pasó a la historia, excepto para los estudios científicos y de los retroinformáticos, como se ve.
(¡Gracias, Gali, por una pista tan atómica!)
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