Del departamento de «no me da la vida y se me acumulan los enlaces» llega el anuncio de la Raspberry Pi 5, que en realidad se produjo a finales de septiembre. Es una mejora de la 4, presentada en 2019. Aunque si lees este blog probablemente no necesitas que te explique lo que es una Raspberry.
Si no, es un ordenador en una placa (por eso a veces se habla de las Raspberry) de bajo coste que es extremadamente popular como herramienta para cacharrear con la informática sin gastarte mucho dinero.
Aunque el que sea pequeño y de bajo coste no quiere decir que no se puedan hacer virguerías con él. En los Museos Científicos Coruñeses, por ejemplo, los hemos utilizado para sustituir ordenadores viejos a una fracción del coste de un ordenador estándar que en realidad iría sobradísimo para el uso que les damos. En casa, tengo uno ejecutando Homebridge como parte de la instalación domótica; y uso una Raspie 400 para cacharrear. También es muy popular como base para montar emuladores de ordenadores y consolas retro para jugar y jugar y jugar a los viejos clásicos. Si buscas Raspberry en Microsiervos verás el montón de cosas curiosas que salen.
El (o la) Raspberry 5 es como dos o tres veces más rápido (o rápida) que el anterior en cuanto al procesador; dos veces más rápido (etc…) en cuanto a su procesador gráfico; soporta dos monitores 4Kp60; ofrece dos veces la velocidad en sus puertos USB 3.0; dispone de un conector PCIe, etc. Y, por fin, incorpora un interruptor para poder apagar y encender sin tener que desenchufar y enchufar el cable de alimentación.
Lo que pasa es que, como es habitual, la demanda ha superado con creces la oferta. Y aunque en teoría está disponible desde hace dos días –así que tampoco llego tan tarde– buena suerte si quieres comprar uno. O una.
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