Por @Wicho — 6 de octubre de 2009

Jacquard's web por James Essinger2 estrellas: El desarrollo falla Jacquard's Web: How a Hand-Loom Led to the Birth of the Information Age. James Essinger Oxford University Press. Inglés. 2007.

En 1801 Joseph Marie Jacquard presentó el telar que lleva su nombre, aunque sería más apropiado decir que lo que presentó fue un mecanismo que permitía automatizar el funcionamiento de un telar mediante el uso de tarjetas perforadas, un telar que revolucionó la industrial textil.

Además, es la primera máquina de la que tengamos noticia que se puede considerar programable en el sentido de que bastaba con cambiar las tarjetas para que un telar produjera otro patrón o dibujo distintos en la tela que estaba produciendo en ese momento.

A partir de esta idea el autor mantiene a lo largo de este libro que es posible trazar el origen de los ordenadores que usamos hoy en día hasta este invento del siglo XIX y va contando como la idea de Jacquard influyó a lo largo de los años en personajes como Charles Babbage, Hermann Hollerith, y Howard Aiken con su Harvard Mark I...

Pero el problema es que el Mark I en realidad representaba un camino sin salida ya que era electromecánico y pronto fue superado por el ENIAC y sus sucesores, que Essinger menciona, pero sin establecer una conexión tan directa entre las tarjetas perforadas de Jacquard y estos.

Además incluso comete un error al decir que el ENIAC se programaba mediante tarjetas perforadas, ya que aunque en efecto se usaban para la introducción de datos y para la salida de estos, la programación de esa máquina se hacía mediante cables e interruptores que tenían que ser reconfigurados para cambiar el programa, aunque sí acierta al calificarlo como el primer ordenador electrónico digital de propósito general del mundo.

Así, aunque se puede llegar a aceptar su argumento de que el telar de Jacquard es el antepasado conceptual de las máquinas que modifican su propio funcionamiento gracias a un conjunto de instrucciones que se le dan, y por tanto de los ordenadores actuales, falla un poco la continuidad histórica que le quiere dar.

De hecho las pocas páginas dedicadas a resto de la historia de la informática son bastante penosas, mencionando apenas a Turing o a Konrad Zuse, creador del que se podría considerar el primer ordenador moderno de la historia (aunque este no fuera electrónico).

También mete las patas a fondo, en mi opinión, en el apartado que dedica a la inteligencia artificial, pues pone como ejemplo práctico de esta a Deep Blue cuando para mi esa máquina no es más que una demostración de lo que una enorme potencia de cálculo y una programación bien hecha pueden llegar a hacer, pero nunca de lo que busca la IA.

En esa misma parte del libro hace también de forma muy clara algo que de manera más o menos disimulada hace en otras ocasiones, que es adaptar los hechos a su interpretación de ellos. En concreto lo hace cuando dice que se puso en contacto con Arthur C. Clarke para preguntarle si el nombre de HAL 9000 en 2001 había sido una puya a IBM y que este le contestó que no, que son simplemente las letras de Heuristically programmed ALgorithmic computer. Essinger dice a continuación que entonces parece tratarse de una casualidad, aunque muy curiosa y quizás incluso hecha de forma inconsciente por Clarke, que le había dicho específicamente que no.

En definitiva, un libro que parte de una premisa cuando menos intrigante, aunque a mi modo de ver su desarrollo no acaba de cuajar.

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