Acabo de enterarme de que este verano The Royal Mint, que es la versión británica de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre española, sacó unas monedas conmemorativas de Ada Lovelace, la primera persona de la historia en escribir un programa de ordenador… a principios del siglo XIX.
Pertenece a la serie Innovation in Science, innovación en ciencia. En ella hay monedas heptagonales de 50 peniques dedicadas a John Logic Baird, Stephen Hawking, Rosalind Franklin, el equipo que descubrió la insulina (John Macleod, Sir Frederick Banting, Charles Best y James Colli), Charles Babbage y Alan Turing; y monedas circulares de dos libras dedicadas a Alexander Graham Bell y Edward Jenner y ahora además a Ada Lovelace.
Bautizada como The Enchantress of Numbers (La encantadora de los números, sobrenombre con el que se conocía a Ada Lovelace), está disponible en varios formatos que van desde los casi 1.500 euros en su versión de oro a los 14 «en material brillante».
Por un lado de la moneda está Carlos III de Inglaterra. Pero por el lado que nos interesa, aparte del nombre de Ada, sus años de nacimiento y fallecimiento, y una descripción de ella como «visionaria de los ordenadores— hay una imagen de las tarjetas perforadas que se hubieran usado para programar la Máquina Analítica de Babbage y una frase con la que ella misma se describió en una carta enviada a su madre: «una descubridora de las realidades ocultas de la naturaleza.»
La puedes pedir tranquilamente en línea. Y también la de Babbage. Y la de Turing. Y…
Ada es, por supuesto, una de las protagonistas del capítulo La informática siempre ha sido cosa de mujeres de nuestro libro Se suponía que esto era el futuro.
(Vía Maximiliano Firtman).
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