Por @Wicho — 15 de abril de 2005

Lo de dar soporte a usuarios de ordenadores es una fuente inagotable de anécdotas más bien curiosas.

Hace unos días Bob entró en mi despacho con un disco duro portátil en la mano y me dijo:

Se volvió a estropear, pero yo no le hice nada.
Creo conveniente aclarar que normalmente cuando mis usuarios me dicen que algo falla o que tienen un problema suelo decirles "algo harías", así que es normal que Bob viniera negando haber hecho nada.

También es importante aclarar, para situar las cosas en contexto, que pocos días antes había tenido que formatear ese mismo disco porque Bob lo habia enchufado y desenchufado varias veces seguidas de su ordenador sin esperar a que se montara correctamente, víctima de la impaciencia.

Extrañado, lo conecté a mi Mac mientras le preguntaba si tenía copia de lo que había en el disco, y milagrosamente (supongo que aún bajo los efectos del reciente susto) me dijo que sí.

Como el disco efectivamente no se montaba me dispuse a formatearlo, pero como la utilidad que lo hace tampoco veía el disco me lo acerque al oído para ver si al menos giraba y entonces oí algo así como "cloc-cloc-cloc whirrrrrrrr-cloc" una y otra vez, lo que me dió muy, muy mala espina.

En esto entró Alice en el despacho y Bob, señalando al pobre disco, insistió

Se volvió a estropear, pero yo no le hice nada
a lo que Alice replicó
¿Y ese no es el que ayer se te cayó al suelo y al que luego le diste una patada?
a lo que Bob sólo pudo decir, como cayendo en la cuenta de que eso era realmente importante
¡Ay, coooño, es verdad!
El disco, por supuesto, "muelte total"; menos mal que no le había hecho nada.

Nota: esta historia no está basada en sino que es un hecho real, pero los nombres -y quizás también los sexos- de los protagonistas han sido cambiados para proteger a los inocentes.

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