Por @Alvy — 29 de Mayo de 2018

Recuerdos Wifi

Esos lugares como el panel de las Redes preferidas del wifi, donde se almacenan recuerdos de viajes de negocios, vacaciones, o cafeterías a las que solías ir pero ahora ya no existen.

– @MWichary

El sábado pasado grabamos en persona el podcast de Los Crononautas #S02E26 en Salamanca, invitados amablemente por el Festival Facyl en el octavo centenario la Universidad de la ciudad. Estuvimos hablando sobre las huellas accidentales que dejamos en los dispositivos digitales – y pude además conocer en persona ese lugar de culto y templo del frikismo que es Shogún Salamanca. El podcast puede oírse como siempre en iVoox, a través de iTunes o directamente con el reproductor web.


Recuerdos accidentales atrapados en dispositivos digitales, a partir de 01:06:30

El caso es que Macrin Wichari abrió un hilo en Twitter sobre su fascinación por lo que llama «recuerdos accidentales», a lo que se añadieron Kottle con sus «recuerdos atrapados en el ámbar digital» y Nick Heer llamándolos «registros de recuerdos» – además de muchos más comentaristas. Si tantas personas coinciden en describir el mismo efecto y sensación al descubrir estas «bombas de nostalgia» es por una razón: ¿A quién no le ha pasado?

Es una extraña mezcla entre lo escalofriante y lo entrañable. Hemos estado en lugares, hablado con gente o hecho cosas que probablemente los hemos olvidado por ser temporales, pero al revisarlos nos traen fuertes recuerdos. En el caso del wifi basta recordar aquel dicho de que «Tu hogar es el sitio donde la wifi se conecta automáticamente». Aeropuertos, cafés, oficinas de empresas, casas de amigos y conocidos… En mi lista me encontré con una cafetería donde estuvimos de charla con alguien de Amazon, un hotel al que fui a dar una conferencia y hasta un Dunkin Donuts por el que solía pasar antiguamente.

Pero el panel del wifi no es el único sitio en el que esto sucede. La lista de dispositivos que atrapan estos recuerdos que se ha ido recopilando a partir del post original es apasionante:

  • La app del Tiempo, donde puedes ir guardando cada ciudad que visitas (yo suelo añadirlas días antes y luego olvido borrarlas) y cuando te aburres puedes repasar la enorme lista y ver qué tal andan por ahí.
  • La lista de dispositivos de los enlaces Bluetooth, con gadgets muchas veces olvidados.
  • Recordatorios y listas de tareas. Además del clásico Calendario hay quien tiene guardadas las listas de la compra de hace años.
  • Destinatarios anteriores en los contactos de correo y mensajería, con los que a veces hace años que no hablas.
  • Chats antiguos. Esa extraña sensación de abrir un WhatsApp a alguien y ver que la última vez que hablaste con esa persona fue hace dos años.
  • Posiciones en mapas antiguos cuando abres la app de Mapas de algún teléfono viejo que ya está desconectado, pero las últimas coordenadas se quedaron allí.
  • Viejos avatares Mii en la Wii.
  • Nombres en las listas de récords de videojuegos antiguos o en la Gameboy.
  • Antiguas apps guardadas en iTunes, donde permanecen aunque ya no existen en la App Store, como recuerdo fantasmal.
  • Fotos de tu coche, de esas que haces para acordarte de dónde lo dejas aparcado. Hay quien luego no las borra y se encuentra con cientos de ellas con el paso del tiempo, algunas con lugares y situaciones dignas de recordar.
  • El archivo ~/.ssh/known_hosts que guarda una lista de todos los sitios de la red local que has visitado por SSH.
  • «Archivos recientes» en cualquier aplicación que hace años que no usas, con proyectos a veces olvidados.
  • Los registros de Google (categoría «inquietante») que guarda implacablemente todas las búsquedas que has hecho, las traducciones que has pedido,. los vídeos que has visto en YouTube o tu propia voz cuando le hablas.
  • Teléfonos antiguos en los que quedan los últimos fragmentos de conversaciones que por alguna razón no se pueden mover a otro sitio, a veces con personas ya desaparecidas porque no mantienes contacto o han muerto hace años – lo cual entraría en la categoría de raro, pero parece ser bastante habitual por lo que dice la gente.

En ocasiones esto da además lugar a rebuscadas anécdotas. En una de ellas una persona explicó que una vez recuperó un teléfono móvil viejo que había dejado de usar tras romper con su pareja y cambiar de número. Al activarlo años después se encontró con un mensaje (de la época en la que no se podían hacer copias de seguridad completas de los chats de mensajería) con largas explicaciones y disculpas – pero que en su momento nunca llegó a ver. Se preguntaba qué habría sucedido si no hubiera cambiado de teléfono y hubiera leído el mensaje. Aunque no es exactamente un recuerdo (porque no lo había visto en primer lugar) es una buena historia que daría para cortometraje.

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