Para los frikis del espacio y de la informática, este documental de los años 60 sobre el Apollo Guidance Computer, el ordenador que llevó a las misiones Apolo a la Luna y de vuelta a la Tierra con mucha menos potencia que cualquier teléfono inteligente actual, es una auténtica gozada.
Hay que recordar que es una época en la que, a pesar de que en el documental se dice que los ordenadores cada vez dominan más las vidas de la gente, aún quedaban muchas cosas por inventar.
Cosas como un interfaz de usuario decente – el AGC se programaba con verbos y nombres numéricos: metías un número para introducir un comando, y luego, si hacía falta, otro número para indicarle sobre qué tenía que actuar el verbo recién introducido.
Cosas como términos para referirse a las distintas partes del ordenador: la ROM se llamaba entonces fixed memory; la RAM se conocía como erasable memory…
Pero lo más sorprendente de todo es la cantidad de trabajo manual que suponía montar estos ordenadores, en especial la parte en la que se cosían a mano, con cables, las distintas unidades lógicas del ordenador, y la memoria, en la que los programas se «cosían» pasando cables por núcleos de ferrita en un orden muy determinado.
Núcleos de ferrita cosidos con cables de cobre
Muy relacionado con este documental, el artículo Her Code Got Humans on the Moon—And Invented Software Itself habla de Margaret Hamilton, una mujer en un mundo de hombres –mucho más entonces aún que ahora– que fue una de las primeras personas en darse cuenta de la importancia del software.
Y es que, por mucho que nos sorprenda hoy en día, en las primeras versiones de los documentos que especificaban los requerimientos del programa Apolo, la palabra software no aparecía por ningún lado.
(Gracias por el enlace al vídeo, Edu).
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