Por @Alvy — 14 de abril de 2020

COBOL

En estos tiempos de coronavirus conceptos y objetoss cotidianos que dábamos por supuesto adquieren un valor incalculable (¿papel higiénico? ¿webcams? ¿harina? ¿mascarillas?) y resurgen profesiones y métodos que creíamos ya parte del pasado. En el mundo tecnológico estamos viendo por ejemplo cómo en Estados Unidos buscan desesperadamente programadores Cobol, un lenguaje que siempre hemos dicho que está lejos de estar muerto pero casi, casi; lo que es seguro es que está fuera de cualquier «top 10» e incluso «top 25» mundial.

La razón es un poco peregrina: gran parte del software que gestionan los anticuados equipos técnicos de los sistemas de las oficinas de empleo en Estados Unidos están escritos en Cobol; también un alto porcentaje de los cajeros automáticos del mundo. Y como se han apuntado en masa millones de estadounidenses despedidos por la crisis de la COVID-19 esos sistemas –algunos no se han actualizado en más de una década– están saturados, inoperativos o amenazan con cascar.

En Massachusetts dicen que tuvieron que localizar a toda prisa a 500 programadores para poner orden. En paralelo, sitios para veteranos como Cobol Cowboys están viviendo un resurgir. IBM, sin ir más lejos ha lanzado una colaboración con la gente del Open Mainframe Project para localizar programadores y enseñar Cobol a quien tenga a bien ampliar sus conocimientos para este nuevo mundo.

A buen seguro que si la la buena de Grace Murray Hopper, creadora del Cobol, levantara la cabeza, fliparía en colores, caracteres ASCII y tarjetas perforadas.

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