Por @Wicho — 15 de enero de 2022

Dicen que las desgracias nunca vienen solas. Hace unas semanas quienes llevamos años disfrutando del universo de The Expanse creado por James A. Corey vimos como era publicada la que será la última novela ambientada en ese universo, Leviathan Falls. Y hace un día hemos visto como salía el último capítulo de la última temporada de la serie que las adapta (en Prime Video), algo para lo que no estábamos listos por mucho que supiéramos que llegaba el momento. Al menos ha sido una serie que hacía honor a los libros. Y las dos cosas son de lo mejor que le ha pasado a la ciencia ficción en los últimos años.

Por si has estado viviendo en un universo paralelo esto es lo que escribí cuando salieron los primeros capítulos de la serie en Netflix:

En el siglo XXIII la humanidad se ha expandido por el sistema solar. Pero para variar está dividida en distintas facciones. La Tierra, gobernada por las Naciones Unidas, y la República de Marte son los dos grandes superpoderes, aunque dependen para sobrevivir de los recursos que extraen los habitantes del cinturón de asteroides. Tanto la Tierra como Marte los explotan sin demasiados miramientos mientras se vigilan entre ellas. Los habitantes del cinturón, por su parte, están cada vez más dispuestos a rebelarse contra su situación.

En medio de todo esto el detective Joe Miller, empleado de Star Helix Security, la empresa encargada de mantener la seguridad en Ceres, y James Holden y sus compañeros supervivientes del Canterbury, una nave cosechadora de hielo, se ven envueltos en una conspiración que, como poco, amenaza con provocar una guerra entre todas las facciones. Pero según va avanzando la trama va quedando claro que el follón en el que están metidos –sin quererlo– es mucho más serio aún de lo que parece.

The Expanse pinta un futuro en el que si bien hay alguna gente que vive muy bien hay otros que las pasan canutas para mantener el tren de vida de los mas ricos. Un futuro en el que junto a naves espaciales muy avanzadas conviven naves que son auténticos cascajos y hábitats excavados en algunos asteroides que hacen que las tripas de la Nostromo parezcan un camarote de lujo del Titanic.

Además, aunque los «malos» son claramente malos, aunque tengan sus motivos, los «buenos» no son «buenos» en blanco nuclear y armaduras relucientes sino que son personas con sus problemas y sus demonios que los persiguen y a veces les hacen tomar decisiones de dudosa moralidad.

Son unas premisas que se han mantenido a lo largo de toda la serie de libros, y por tanto de la serie de televisión, aunque no quiero entrar en detalles para no hacer «espoileres».

La serie, eso sí, sólo tiene seis temporadas, así que termina tras los hechos narrados en Las cenizas de Babilonia, dejando cerrado el arco de la Armada libre pero abierto todo lo relacionado con Laconia y lo que hay más allá de los anillos. De nuevo sin querer destripar las novelas es un punto lógico para hacer el corte si la serie no va a seguir. Pero es una pena porque la serie está muy bien y es muy fiel a los libros aunque haya habido un cambio muy grande por temas contractuales con uno de los actores que la protagonizan.

En fin, que si no has leído los libros –aunque en español por ahora sólo están disponibles los siete primeros– o no has visto la serie ya estás tardando para descubrir grandísimos personajes como Naomi Nagata, Camina Drummer, Chrisjen Avasarala, o Amos Burton. Y si ya lo has hecho siempre puedes revisitar libros y serie.

To na kang setóp da mesach!

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El vídeo de arriba es una introducción a la serie; no he querido poner el tráiler de ninguna temporada de nuevo con la idea de no fastidiarle nada a nadie.

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