Por @Alvy — 12 de septiembre de 2020

He terminado de ver Away (Andrew Hinderaker, 2020), una interesante y recomendable serie de diez episodios que como deja entrever el tráiler trata sobre los peligros y sentimientos del primer viaje tripulado a Marte en futuro bastante cercano.

La temática desde luego no es nueva, porque ya ha sido explorada en series como Antes de Marte, Marte y películas como Marte (The Martian). Away trata el lado emocional del asunto de ser astronautas en una misión jamás llevada a cabo y con peligros inciertos y constantes; un poco a lo Definyg Gravity, otra de mis favoritas (que quedó inconclusa porque la cancelaron). En algún momento se menciona que las probabilidades de que los astronautas vayan (y vuelvan) o perezcan es del 50 por ciento; un poco lo mismo que se decía en el primer viaje a la Luna.

Como leí una vez por ahí, «desde la época de los Griegos clásicos todas las series y películas tienen básicamente el mismo argumento». Y aquí es igual: (1) los protagonistas tienen un objetivo (llegar a Marte); (2) suceden problemas y aparecen obstáculos para conseguirlo hasta el punto de que parece que no lo conseguirán (aquí en cada episodio «se rompe algo», pero logran arreglarlo aunque sea a lo McGyver) y (3) superadas las dificultades, los héroes logran su objetivo.

Away no es muy diferente, y con una buena producción, grandes atrices y actores (Hillary Swank en cabeza) e interpretaciones con mucho sentimiento, lo que la hace resultar atractiva para quien le guste esex formato clásico-entre-los-clásicos. Hay un episodio dedicado a los flashbacks de algún personaje, como en Defying Gravity y tantas otras. Hay un ir-y-venir entre las historias de los astronautas y lo que sucede en Tierra: problemas familiares, sentimentales, incluyendo la típica adolescente en edad insoportablemente imposible. Y el guión y selección de temas, personajes y situaciones parece «de manual» del Hollywood actual, lo que la hace bastante predecible.

Algo que tampoco se puede dejar de mencionar es que el asesoramiento técnico y científico deja bastante que desear. No ya por los problemas típicos (sombras en el espacio, zooms imposibles de las imágenes pixeladas, ondas que llegan más allá del radio posible, etcétera) sino por cuestiones de física más básica como la Primera Ley de Newton (¡un poco de inercia, por favor!) o la velocidad de las comunicaciones Tierra-Nave, que aunque son ralentizadas a medida que pasan los episodios son prácticamente instantáneas incluso con la nave a millones de kilómetros. Está claro: si no se hace así rompe el ritmo y no es agradable de ver, supongo, pero tiene demasiadas cosas poco creíbles para quien sepa un poco de temas espaciales.

Mi recomendación es verla pero haciendo un esfuercito extra para borrar los tecnicismos de la mente y disfrutarla como serie de ficción, emociones e historia de personajes que otra cosa. No hay política, no hay tecnología futurista, no hay nada sobrenatural. Podrían haber hecho lo mismo en una expedición al Polo Sur, o cruzando el Pacífico en barco, porque a fin de cuentas todo es siempre la misma historia: la que contaban los griegos.

Actualización (27 de septiembre de 2020) – A Wicho parece que no le ha gustado mucho (ejem) y ha decidido que casi mejor «darle espacio».

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