Por @Wicho — 7 de diciembre de 2007

Justo hoy que en España hemos empezado a recibir los packs Blade Runner: The Ultimate Collection me encuentro el artículo Blade Runner on the Cutting Edge que explica cómo se pasa una película del celuloide a los nuevos formatos digitales de alta resolución en los estudios Warner Bros, en este caso poniendo además como ejemplo a Blade Runner.

El primer paso del proceso es escanear los fotogramas de la película con una resolución de 4.000 líneas, lo que ya es una resolución mayor que la de la película, que está entre las 3 y 4.000 líneas, aunque en realidad raramente llega a las 4.000.

Este proceso se realiza en salas limpias para asegurarse de que no se incluye en el escaneado ninguna mota de polvo ni nada similar, ya que aunque en los tiempos del VHS eso podía no importar mucho con los disco Blu-Ray o HD-DVD sí es muy posible que el espectador las detecte.

Se usan para ello dos tipos de escáner para ello, uno más rápido para las películas más recientes y en mejor estado, y otro más lento y delicado para las más antiguas o peor conservadas.

Escáner de alta velocidad en la Warner © Sound and Vision
Escáner de alta velocidad en la Warner © Sound and Vision

Luego se eliminan de los fotogramas ya escaneados suciedad y rayaduras, en especial en el caso de las películas más antiguas, lo que supone un trabajo de chinos. De hecho en el día en el que el redactor del artículo visitó los estudios Steve Sanchez, uno de los responsables de este proceso, estaba en plena tarea de eliminar más de 13.000 fallos de medio rollo -unos 10 minutos- de una de las películas de Harry el sucio.

Los fotogramas escaneados a 4K se archivan a esta resolución, lo que sirve a los estudios como copia de seguridad ante el deterioro inevitable de la película, y aunque a la hora de pasarlos a Blu Ray o HD-DVD se bajan a las 2.000 líneas en la Warner Bros. insisten en que se consigue más calidad escaneando a 4K y luego bajando que escaneando directamente a 2K.

El siguiente paso es la corrección y mejora de color, donde juega un papel muy importante la «traducción» que se haga al nuevo formato digital, ya que es la forma en la que el estudio intenta que el espectador tenga la impresión de estar viendo siempre la misma película.

Así, aparte de ajustar el color hay que ajustar el contraste y en algunas ocasiones añadir algo de grano para darle textura a la imagen digital, que puede ser demasiado limpia; en otras ocasiones hay que quitar grano, en especial en los efectos especiales. Los negros electrónicos y los de la película son también muy diferentes, lo que hay que tener en cuenta en todo este proceso, que no deja de tener una importante parte artesanal.

Las bandas sonoras, por su parte, también reciben un importante lavado de cara, no sólo a partir de lo que se oía en los cines, sino a menudo volviendo a las cintas originales, con lo que por ejemplo en el caso de Blade Runner se pasó de una banda sonora Dolby 2.0 a una banda sonora 5.1.

Al final, una película ya terminada en alta definición ocupa unos 12 terabytes, aunque el metraje original sin tratar puede ocupar más de 1 petabyte.

Y lo peor de todo es que hasta el día 24 no puedo abrir mi Ultimate Collection.

(Vía Gizmodo.)

Actualización enero de 2008: Resulta también interesante The Afterlife Is Expensive for Digital Movies, un artículo sobre lo caro que resulta almacenar las películas en formato digital frente a lo que costaba almacenarlas en película, vía Slashdot.

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