Continuum (de Simon Barry, 2012). Toda serie que incluya viajes en el tiempo comienza con buen pie, y si además la trama principal son las paradojas intrínsecas del asunto, mejor que mejor. Por eso esperaba el estreno de Continuum con verdaderas ganas. Pero por desgracia todo lo que tiene de bueno esta serie también lo tiene de malo.
El argumento es interesante: policías de 2071 persiguiendo criminales/luchadores-de-la-libertad del futuro que han llegado hasta nuestros días, intentando a la vez que las paradojas propias de la situación estropeen algo relevante. La producción es razonablemente buena, los efectos especiales y los gadgets son espectaculares –con un diseño muy cuidado, obligatorio de revisar para interesados y especialistas– en fin, una especie de puesta en escena de esos vídeos de la tecnología futura que tanto nos gustan, pero a lo bestia.
Pero, ¡ay amigo! Esto es una serie de televisión, no un videoclip marketiniano vendeburras de YouTube. De modo que debes mantener la atención de los espectadores no ya 40 minutos, sino más allá de un episodio. Y por desgracia para eso hacen falta personajes y buenas historias. La protagonista está muy bien en su papel, pero cuando te das cuentas descubres que carece de una historia interesante detrás.
¿Y el resto? Malos y buenos, secundarios y extras… podrías reemplazarlos a todos por alcachofas y el relato de su crecimiento en el huerto y apenas cambiaría nada, de tan aburridos que resultan. Simplemente, no hay nada detrás de ellos: motivaciones, pasados oscuros, aspiraciones… nada. Así que la serie se vuelve increíblemente aburrida en cuanto pasas del primer Anteriormente en Continuum… Buen intento, pero habrá que buscar algo mejor.