Saga Norén, homicidios de Malmö.
Una noche aparece lo que parece ser el cadáver de una mujer en medio del puente de Öresund, el puente que une Dinamarca y Suecia. Como en principio es identificado como el cadáver de una política sueca el caso queda en manos de la policía sueca.
Pero pronto queda claro que el caso es mucho más complicado y retorcido de lo que parecía en un primer momento y en realidad la policía danesa y la sueca tendrán que colaborar en su investigación para intentar aclarar el asesinato.
Así que Martin Rohde por parte de la policía danesa y Saga Norén por parte del departamento de homicidios de Malmö tendrán que ponerse a trabajar juntos y superar sus diferencias, que vienen ya de un encontronazo que tuvieron la noche en la que apareció el cadáver.
Por un lado está –o eso intuimos los demás– el choque entre la forma de ser danesa y la sueca, que genera sus conflictos. También está, en la versión original el hecho de que unos hablan en danés y otros en sueco, dos idiomas muy parecidos pero no iguales, lo que lleva a Marin a desesperarse, por ejemplo, por como los suecos pronuncian su apellido. Así que por si acaso en Dinamarca las partes en sueco se subtitulan en danés y viceversa. E incluso el título original de la serie recoge esto, ya que se llama Bron/Broen, que es como se escribe puente en sueco y danés respectivamente.
Pero más allá de eso está el choque entre Saga y el resto del mundo. No se especifica en ningún momento pero Saga es TEA, un asperger altamente funcional extremadamente efectiva en su trabajo y extremadamente desastrosa en su trato con sospechosos, víctimas y sus compañeros, ya que carece por casi por completo de empatía y de tacto. De hecho hay algunas personas que opinan que Saga es en realidad una psicópata… pero para eso hay que avanzar más allá de la temporada 1 de la serie. Además tanto Martin como Saga distan mucho de ser perfectos e infalibles, lo que les da un toque más humano que a los protagonistas de muchas otras series.
Sin embargo poco a poco irán aprendiendo a trabajar juntos más allá de sus diferencias y Saga incluso dejará abrir algún hueco en la coraza con la que se protege gracias a los sabios consejos de su jefe y amigo Hans, ganándose capítulo a capítulo el título de uno de los personajes femeninos más molones de los últimos tiempos.
En la primera temporada Martin y Saga se pasan casi todo el tiempo reaccionando a lo que hace el villano, que tiene un plan maquiavélico que sorprenderá a todos cuando se vaya revelando. Van tan por detrás que no pueden evitar nuevas muertes… y los guionistas no se cortan demasiado ni son demasiado remilgados con quien muere y cómo. La serie, además, aprovecha para hacer crítica social sobre temas como los sin techo, la prostitución, la ecología, por citar unos cuantos.
Ojo, que tampoco es perfecta, y de hecho los guionistas recurren al mismo truco en dos temporadas para darle un giro –ya no tan inesperado la segunda vez– al guión y de la segunda a la tercera temporada queda abierta una trama de la que no se vuelve a hablar que no sé yo…
Pero aún así, y sé que llego muy tarde pues la primera temporada se estrenó en 2011, aunque la cuarta y aparentemente última es de enero de 2018, es una serie absolutamente recomendable que hay que ver, no sólo por huir de nuestras fuentes habituales de series sino por lo apabullantemente buena que es.
De hecho la serie se ha estrenado en más de 100 países y hay al menos cuatro remakes, aunque ya se sabe aquello de «rechace imitaciones». En España lo más cómodo es ver las tres primeras temporadas en Netflix y esperar pacientemente a que incluyan la cuarta en el catálogo. Si no… pues siempre hay métodos alternativos.
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