Por @Alvy — 15 de junio de 2021

Este minidocumental de Jeremy Benning descubre parte de la «magia» que hay detrás de las películas y series de televisión. Muestra el día a día del trabajo de los aristas de los «estudios de efectos», el denominado Foley, en inglés. En este caso se han instalado, construyéndola desde cero a medida con todos los avances técnicos necesarios, en una granja en las afueras de Toronto, en el Ontario rural.

Esta parte de la postproducción proviene de los orígenes mismos del cine sonoro, cuando se descubrió que era realmente complicado conseguir un sonido limpio y claro en las tomas rodadas en la película, mientras que era posible añadir a posteriori una pista de sonidos «recreados» para montar de forma sincronizada. En Footsteps Studio trabajan artistas que llevan décadas creando efectos, junto con todos sus artefactos y cachivaches. Una curiosa combinación de la más baja tecnología con herramientas como Pro Tools para crear las pistas definitivas.

Entre otros objetos muestran orgullos sus colecciones de zapatos, puertas, cerraduras, sacos, cuerdas, piedras… Cualquier cosa es buena (y necesaria) para crear efectos de sonido. El estudio es caótico pero ordenado; al menos dicen que saben dónde están las cosas. Reconocen que trabajar de los efectos es como vivir en una especie de «realidad paralela» en la que se van fijando en el detalle de los sonidos del mundo que les rodea durante las actividades cotidianas. Entre los efectos más impactantes están los puñetazos a sacos y piezas de carne, las rodadas de un monopatín –incluso ajustando la velocidad– o el chirriar de las puertas. Todo el estudio está microfonado y cableado… porque nunca sabes si necesitarás el sonido de la cisterna del inodoro o de una tetera a punto de hervir.

Aburrirse no parece que se aburran; de hecho parece una profesión definitivamente divertida, en la que se requiere mucha imaginación, caso propia de magos. Hacerlo bien y sincronizarse con los actores y actrices debe ser complicado, por no hablar de que a veces puede hacer falta fuerza física o encontrarle el «tono» a los sonidos, para que sean más realistas, tremebundos o humorísticos. Dicen que trabajo no les falta: desde las películas a series de televisión, animación, anuncios e incluso los cada vez más realistas videojuegos.

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