Por @Alvy — 4 de noviembre de 2020

Gambito de dama es una preciosa y relajante miniserie que narra la historia de Beth, una niña prodigio del ajedrez, que en los años 60 sale del orfanato en el que ha aprendido a jugar a escondidas de la mano de un conserje para aterrizar en una familia disfuncional donde las cosas tampoco van muy bien. Al integrarse en la escuela y la sociedad del «mundo exterior» comienza su explosión de talento.

Sin hacer muchos más spoilers simplemente decir que el letrero de aviso de los episodios sólo lleva un rótulo: drogas, algo que se adivina en los primeros minutos de la serie. Y es que cuando se combinan «sustancias vitamínicas» con obsesiones y personalidades un tanto peculiares el resultado puede ser… impredecible. (En ocasiones estás viendo la serie y da la sensación de que está alentando a tomar drogas porque eso proporciona «superpoderes» (!) El guión no hace mucho por evitar esto, aunque el desarrollo final aclara un poco las cosas. Moraleja: niñas, no toméis drogas.)

La ambientación de los años 60 y 70 es simplemente genial y cada escenario, situación y vestuario está sumamente cuidado. Además de eso algo que me llamó la atención es el milimétrico realismo de casi todas las partidas. Ya estuviera jugando en el instituto, los abiertos o el campeonato del mundo, cada partida de la joven Beth es una pequeña joya con meditadas aperturas, celadas, técnicas y profundos análisis. Luego descubrí que el GM Kaspárov y el entrenador Bruce Pandolfini trabajaron como asesores para la serie. (Pandolfini es el mítico entrenador de Joshua Waitzkin, el niño cuya historia se cuenta en En busca de Bobby Fischer, mi película sobre ajedrez favorita.)

Se puede criticar que la serie es un poco predecible y casi todas las partidas son demasiado «decisivas», así como que casi ninguna acaba en tablas, algo bastante distinto de la realidad (y además los ofrecimientos de tablas resultan un poco «raros»). A mi también se me hizo un poco extraña la forma de capturar las piezas: moviendo la pieza que captura para luego retirar la capturada, cuando a mi me enseñaron que era al revés: primero has de retirar la pieza que capturas; luego aquella con la que capturas. Pero creo que ambas formas son válidas, o al menos lo eran en los 60.

A @MiniPetite parece que también le ha gustado y gracias a uno de sus tuits llegué a este otro estupendo vídeo donde se analiza la «imaginaria» partida final entre Beth Harmon y el ruso Vasily Borgov, toda una alegoría del ajedrez de aquella época con Bobby Fischer y los grandes maestros europeos compitiendo contra el bloque soviético torneo a torneo como quien lucha por su vida. La partida es impresionante, brutal y agotadora. Lo más impactante es que en el vídeo se explica que es una partida real prácticamente en su totalidad: fue Ivanchuck contra Wolff (1993). Digamos que es real hasta el momento en que en la serie se pide el aplazamiento; a partir de ahí difiere y como dice el título del vídeo «es mejor incluso que la original».

Para la colección de curiosidades queda además ver cómo en aquella época era imposible el análisis por ordenador y sólo los grandes jugadores podían permitirse entrenadores y analistas (a los que llaman «números 2») en los torneos. Si la partida se aplazaba al día siguiente las únicas opciones eran o pasarse la noche analizando o confiar en los consejos del «equipo». Otra curiosidad es que Anya Taylor‑Joy, la actriz protagonista, no tenía ni idea de ajedrez ni sabía mover las piezas: tuvo que aprender a jugar un poco y memorizar muchos movimientos con cierta soltura para que las escenas largas fueran correctas y realistas.

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