Por @Alvy — 5 de abril de 2017

Ghost in the Shell: El alma de la máquina, 2017

Ghost in the Shell: El alma de la máquina (Rupert Sanders, 2017). Con Scarlett Johansson, Pilou Asbæk, Takeshi Kitano, Juliette Binoche y Michael Pitt. Una agente de operaciones especiales del gobierno, medio-humana, medio-robot, tiene que enfrentarse a grupos terroristas en un distópico futuro en el que todo el que puede se «mejora a sí mismo» con con piezas mecánicas computerizadas. Es un transhumanismo del que ella parece ser una pionera pero que a la vez esconde muchos enigmas.

Esta película, probablemente una de las más esperadas de la temporada –al menos para los fans de la ciencia ficción– tiene algunos claroscuros, pese a lo cual se deja ver, entretiene y maravilla a partes iguales… Pero claro, cuando se está hablando de un remake de uno de los grandes clásicos de la animación japonesa, con varias películas, series y videojuegos, superar el listón no es baladí.

Además de esto, Ghost in the Shell parte de una posición complicada para los más puristas: pasar de la animación a los actores reales, retocar el guión original, utilizar actores occidentales en los papeles principales (los originales eran asiáticos)… Complicada tarea, vamos. Tanto en esta nueva versión como en el anime original se dejan notar las influencias cyberpunk de Blade Runner (1982), y cómo a su vez Ghost in the Shell (1995) influiría en The Matrix (1999) y tantas otras. Imposible también verla sin conectar con Westworld, claro – tanto la serie moderna como la película original.

Lo mejor: sin duda la ambientación de un neotokio luminoso y colorido, con gigantescos hologramas publicitarios, así como todos los detalles de decorados, vestuarios y props (¡estos coches y motos casi futuristas pero de aspecto antiguo a la vez!) Los efectos especiales están bien, pero sin innovaciones; poco más allá de lo que puede verse en todas las películas de acción.

Si eres un friki de la ciencia ficción has de ir a verla. Probablemente hasta te guste más que a los críticos. Pero dicen los entendidos que en cierto modo es una fallida carcasa sin alma, como su propio título, al dejar de lado muchas de las cuestiones filosóficas más profundas de la película original y sus secuelas. Por la acogida más bien irregular que está teniendo la cinta podría dudarse hasta de que aquí haya segunda parte o series de continuación.

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