Por @Alvy — 19 de junio de 2022

Estuve viendo en el siempre interesante Absolute History una curiosa dramatización histórica documental titulada Saving The Titanic (Salvar el Titanic, 2012) de Maurice Sweeney. Es una película de 90 minutos sobre el archiconocido hundimiento del RMS Titanic allá por 1912, pero desde un punto de vista bastante diferente y geek: el de todo lo que sucedió en la cubierta de motores / sala de máquinas.

Aquí no hay nada de Jack y Rose, lujos de primera clase ni efectos especiales a lo James Cameron. Simplemente se guioniza para darle un poco más de interés al suceso a partir todos los datos disponibles. Más en concreto, acerca de lo que ocurrió en las dos cubiertas inferiores del transatlántico, esto es, donde estaban la sala de máquinas con los motores, los generadores y las calderas. Los protagonistas no tienen mucho de romántico: carboneros, fogoneros, engrasadores y electricistas. De hecho, apenas aparecen oficiales –ni el Capitán siquiera– y el máximo responsable que se deja ver es el ingeniero jefe Joseph Bell, que murió en el hundimiento.

La narración está bien lograda, al estilo antes-y-después, y se combina con fotografías y algo de película que existe de la época; el resto son decorados bastante dignos, con actores más que aceptables, artilugios diversos y reproducciones de planos. Se ven con cierto detalle los fogones, motores y los equipos eléctricos y de radiotelegrafía. Por lo que sabemos de la historia incluye muchos de los detalles conocidos, ya fueran narrados por los supervivientes o documentados por las diferentes transmisiones de radiotelégrafo.

El choque con el gigantesco iceberg ni siquiera es muy espectacular, pero se examina cómo produjo el hundimiento comenzando por los compartimentos estancos de la proa del Titanic, lo que provocó la inclinación del transatlántico. Se teoriza sobre la resistencia de los pernos e incluso cómo al impacto se unió el debilitamiento del acero por el famoso calor nunca extinguido de uno de los depósitos de carbón. También influye el imperfecto diseño de los compartimentos estancos, que hizo que se fueran llenando de forma progresiva hacia atrás. No se llega a ver al Titanic partiéndose en dos, pero casi.

Las escenas heroicas resumen el ímprobo trabajo que tuvieron que llevar a cabo los carboneros, fogoneros y electricistas en las larguísimas dos horas y media que duró el hundimiento. Cada minuto que consiguieran mantener las calderas encendidas y los generadores eléctricos funcionando podrían disponer de algo de electricidad y luz. Esto serviría a la postre para enviar mensajes y facilitar la evacuación del barco. Es bien sabido que murieron allí los 25 ingenieros y 10 electricistas en su totalidad; también 10 de los 13 fogoneros y 118 de los 163 carboneros.

Tal y como se resume en una de las escenas en la que entrevistan a uno de los tripulantes supervivientes en la investigación posterior al desastre:

Es importante que el público siga sintiéndose seguro al viajar con la White Star. Ahora bien, ¿cómo les ayudamos a eso? Asegurándoles que la tripulación, gente como usted, cumplió con su deber esa noche, permaneció en sus puestos y siguió las órdenes.

En momentos como estos, de dolor y ansiedad, la gente necesita… Bueno, ¿qué necesita? Necesita héroes. Así que nosotros tenemos que presentar a la junta de investigación y al público esos héroes.

Y esto es algo que vemos tras cada desastre, ya sea de barco, avión o guerra. Que una vez terminado, lo que se presenta y se cuenta no siempre es necesariamente la verdad, sino a veces algo más reconfortante y heroico. Tal vez porque es lo que la mayor parte de la gente prefiere oír.

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