Por @Wicho — 24 de abril de 2021

Pues ya se ha terminado la segunda temporada de Para toda la humanidad (For All Mankind), disponible en Apple TV+. Y ya me ha le visto enterita, claro. La acción transcurre casi diez años después del final de la primera. El foco de los programas espaciales estadounidense y soviético sigue estando en la Luna, dónde ambos países tienen sedas bases tripuladas. Pero los Estados Unidos ya han puesto en servicio los transbordadores espaciales; y no sólo eso, trabajan ya en una nueva versión con motores NERVA. La Luna se ha interpuesto un poco en los planes de la NASA, pero su siguiente objetivo es Marte.

En la Tierra las cosas son un tanto diferentes porque al no haberse frenado en seco la carrera espacial tras la llegada del Apolo 11 a la Luna –en esta serie fue la URSS la primera en poner una misión tripulada sobre ella– la tecnología ha avanzado más rápido de lo que lo ha hecho en nuestra línea temporal. Y así vemos coches eléctricos en uso, teléfonos móviles de un tamaño que nosotros no vimos hasta bien entrados los noventa, o la popularización del correo digital, que no electrónico. También salen ordenadores personales como el Apple II, aunque sin embargo Internet no parece existir.

Las tensiones políticas, sin embargo, y la disputa por los recursos disponibles en la Luna, harán que las cosas se vayan complicando hasta que en el último capítulo se alcanzan tensiones similares a las de la crisis de los misiles en Cuba.

Es cierto que necesario suspender un poco la incredulidad acerca de cómo llegan los transbordadores espaciales a a la Luna y entran en órbita alrededor de ella. También me tiene algo mosca el hecho de que dentro de Jamestown parece haber gravedad terrestres. Y no me gusta mucho el papel que le han dado a Sally Ride, aunque en en universo de la serie no es, ni con mucho, la primera mujer estadounidense en ir al espacio como sí lo fue en el nuestro.

Pero en cualquier caso esta segunda temporada también me ha gustado mucho; de nuevo los guionistas han sabido cambiar la línea temporal lo suficiente como para que siga pareciendo plausible, pero adaptándola a la historia que quieren contar. Y de nuevo han incorporado hechos y personajes reales en la trama, como por ejemplo el proyecto Apolo-Soyuz o a Sally Ride. También incorporan a la trama algunos temas sociales además de los consabidos problemas personales de los personajes, pero todo ello –normalmente– en su justa medida. Así que esperaré con ansia viva la llegada de la tercera temporada, de la que al final del último capítulo de la segunda tenemos un breve pero significativo adelanto.

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