{Reseña 100% libre de spoilers a menos que lleves 40 años viviendo en una galaxia muy muy lejana.}
A estas alturas todos sabemos que al final de Una nueva esperanza la Alianza Rebelde consigue destruir la Estrella de la muerte gracias a un clamoroso fallo de diseño que a pesar de que es capaz de destruir planetas la hace vulnerable al ataque de un arma relativamente poco potente.
Rogue One, la primera de las películas ambientadas en el universo de Star Wars que no pertenece directamente al arco de historia de los personajes principales, cuenta no sólo cómo la Alianza se hace con los planos de la Estrella de la Muerte, sino el origen de ese garrafal –o genial, depende de como lo mires– fallo de diseño.
Para ello presenta un grupo de personajes nuevos –que quizás quedan un poco planos– que protagonizan esta gesta en la que, de nuevo frente a posibilidades astronómicamente pequeñas, triunfan, aunque con un final sorprendente para lo visto hasta ahora en el universo de Star Wars y para ser una película Disney; hace que el título de Una nueva esperanza sea aún más adecuado.
Por el camino aparecen también un montón de personajes, objetos y lugares ya clásicos de este universo –aunque a algunos apenas los hayamos visto durante segundos– con lo que el enganche con las películas originales está asegurado más allá de como termina la película, final que lleva directamente al episodio IV.
Sin ser mi favorita –me gustó más El despertar de la fuerza, por ejemplo, y cualquiera de las de la trilogía original– es una película que se deja ver y que de hecho habrá que ver más de una vez para apreciar todos los detalles; como primera de estas películas «extra» mola lo suficiente como para estar seguro de que iré a ver la siguiente.
Y si tienes ganas de más, la novela Catalyst cuenta los hechos que llevan al principio de Rogue One.