Por @Alvy — 18 de enero de 2015

Seguridad-No-Garantizada

SE BUSCA: Alguien para retroceder en el tiempo conmigo. Esto no es una broma. Apartado de correo 322, Oakview, California 93022. Se paga al regresar. Traer armas propias. Seguridad no garantizada. Solo he hecho esto una vez antes.

No vi en su día Seguridad no garantizada (2012) de Colin Trevorrow, pero me la encontré el otro día en mi revisión de películas sobre viajes en el tiempo. Me sorprendió gratamente para ser una pequeña pieza indie que funcionó notablemente bien en su día. Ni el director ni los actores me resultaron conocido, pero el resultado fue un muy buen rato.

La película comienza con el texto de un anuncio por palabras que aparece publicado en un periódico. A partir de ahí un grupo de becarios y un redactor de una revista comienzan una investigación en lo que piensan que es una investigación friki, para irse sorprendiendo más y más cada vez con lo que encuentran.

La historia está calificada como comedia-romántica-dramática, así que eso lo dice todo: un poco indefinible. Es divertida, es simpática y los actores son creíbles dentro de la «normalidad» que representan – aún tratándose de una rocambolesca historia cuyos vericuetos van constantemente in crescendo.

Por desgracia no se puede desvelar más sobre la película sin spoilear el guión. Solo añadiré que está dentro de la categoría de las películas sobre viajes en el tiempo en las que no hay paradojas, y apenas un efecto especial. Si te gustaron largometrajes como Primer o La mujer del viajero del tiempo también te gustará saber que había detrás de ese extraño anuncio.

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Bonus: Una de las curiosidades de la película es que el anuncio por palabras que la da título y de la que surgió la historia fue un anuncio real publicado en la revista Backwoods Home Magazine. Lo hizo en 1997 el encargado de la sección, que apurado de tiempo por el cierre a veces inventaba chistes y anuncios falsos. (En cierto modo, recuerda un poco al bromazo aquel de John Titor a principios de los 2000). Desde entonces cientos de personas escribieron al apartado de correos preguntando si era una broma, ofreciéndose voluntarios y con peticiones para «cambiar la historia». Años después las cartas siguen llegando.

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