Por Nacho Palou — 5 de septiembre de 2017

Hace unos meses Volkswagen mostró su tecnología de convivencia entre robots y humanos, un sofisticado desarrollo basado en sensores y software con los que un robot industrial convencional puede detectar cuándo un trabajador humano se encuentra dentro de su radio de acción. Si se da esa situación de riesgo la máquina automáticamente reduce su velocidad de funcionamiento para evitar cualquier percance, e incluso se detiene.

Una solución notablemente más simple para el mismo problema es la medida de seguridad desarrollada por la compañía alemana DLR Robotics. Consiste esencialmente en un airbag situado en el brazo robot. La bolsa de aire permanece desinflada durante operaciones seguras, aquellas que el robot realiza a poca velocidad, y se infla antes de realizar movimientos “menos seguros”, con mayor recorrido o a más velocidad.

Aunque las pruebas del robot con airbag hechas con dummies y voluntarios valientes son un poco cómicas, en un escenario más realista —en una línea de producción que combina humanos y robots— el invento tiene más sentido: el airbag se deshincha cuando el robot opera lejos del humano y se hincha automáticamente cuando se desplaza hacia una zona de trabajo común. De este modo en caso de golpear a una persona el airbag del robot amortigua el golpe.

Además del riesgo implícito a trabajar cerca de una máquina, en el caso de los robots industriales hay que añadir riesgos adicionales — algunos de los cuales todavía son teóricos. Por ejemplo, un robot lo suficientemente sofisticado podría querer cambiar por sí mismo sus movimientos con el fin de ser más productivo. O un ataque malicioso que alterase los movimientos previstos en un robot, caso de un robot hackeado para sabotear una línea de producción o chantajear a un fabricante.

Vía MIT News, The Verge.

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