Aquí el que no corre, vuela. Literalmente. Porque en esta ocasión el brazo robótico ALIAS –del que ya habíamos leído algunas proezas el año pasado como pilotar una avioneta Cessna y un pequeño jet privado– ha conseguido pilotar con éxito un 737. Aunque no exactamente: se trataba de un simulador de Boeing 737-800NG que es probablemente lo más parecido a pilotar un 737 «de verdad» que puede haber en la actualidad – donde entrenan los pilotos humanos y con lo que te dan la licencia de piloto. Por algo se empieza.
La forma de hacerlo puede sonar extraña pero funciona: el brazo robótico maneja los motores y los mandos principales, mientras su cámara vigilan los indicadores y lucecitas de los paneles y los procesan tras interpretar los valores.
Lo mejor es que no solo voló el Boeing como un auténtico piloto: también consiguió hacerlo aterrizar de forma autónoma.
Así que si todo eso se puede hacer con un brazo enchufable que puede guardarse en una maleta grande y el software adecuado, solo nos queda preguntarnos: ¿qué brillante futuro podemos esperar de los pilotos automáticos en el futuro?