El lanzamiento de botellas (bottle flipping) tiene mucho de habilidad pero también de ciencia (véase la receta perfecta en La física del reto de la botella de agua, en La ciencia de la mula Francis. Quizá es por eso por lo que –como nos enseña este vídeo de Mashable– los robots resultan ser extremadamente buenos en la tarea de calcular, lanzar y acertar. Como tantas veces ha sucedido en los últimos años, nos dejan con la boca abierta.
Aunque la fiebre del bottle flipping ya pasó hace casi un año y la mayor parte de la muchachada dejó de lanzar botellas en los colegios, calles y parques a todas horas, todavía quedan algunos irreductibles dale que te pego (hoy me pasé la comida aguantando los tracatrá, tracatrá, tracatá de los vecinitos en la hamburguesería). En Japón el asunto se lo toman más en serio: como parte de la RoboCon Japón 2018) una de las competiciones consistía precisamente en diversas pruebas de lanzamiento de botellas: velocidad, precisión, altura…
Los robots suelen ser cajas con ruedas relativamente sencillas, con un mecanismo lanzador. Hay plataformas circulares colocadas a diversas alturas y los robotijos deben ser capaces de verlas con sus sensores y activar los mecanismos de lanzamiento con la potencia y ángulo adecuados; me imagino que tendrán un tiempo de «calentamiento y calibración». El vídeo es solo un resumen, pero los aciertos parecen sobrehumanos (tampoco vemos si fallan mucho, pero no parece que demasiado). Las botellas parecen rellenadas según la fórmula óptima: entre 1/4 y 1/3 de su volumen (probablemente los robots también las pesarán con total precisión).
Algunos de los robots son capaces de lanzar dos o tres botellas a la vez, otros las lanzan estando en movimiento. En una de las pruebas se ve a un robot acertando con ocho botellas sobre la misma plataforma (aunque con la novena hace caer a otra de las que ya estaban colocadas). Algunos parece que alcanzan los 4 o 5 metros de altura en sus parábolas y otros pueden hacer el legendario truco imposible de hacer que se pongan de pie cayendo «de morro» (01:01). Incluso hay uno que hace un lanzamiento altísimo, después la botella rebota en un mini-trampolín y acaba aterrizando en su sitio. ¿Suerte? No creo. Ni Guillermo Tell bottle flippando, oiga.