Por Nacho Palou — 19 de octubre de 2015

Los robots también se fostian a base de bien al sortear obstáculos, saltar, subir escaleras o al sentarse en una silla; igual que las personas, excepto porque los robots caen ‘a saco’, como un peso muerto: «se desploman como si les hubieran metido un balazo por la espalda con un arma de gran calibre».

Esto supone un un problema más allá de lo aparatoso y poco estiloso de sus caídas: el coste económico de los daños causados. Porque lo que tal vez no debería de ser más que un traspiés o una pequeña caída para un humano, para un robot puede traducirse en miles y decenas de miles de dólares en componentes, instrumentos o motores dañados.

Con el objetivo de ayudar a los robots a caer con algo más de estilo y de forma menos destructora para sí mismos investigadores del Georgia Tech han desarrollado un algoritmo que minimiza el impacto cuando un robot se cae. Al reducir el impacto se minimizan las consecuencias de éste; no es sólo que los costosos modelos y prototipos de robots sufran menos daños tras una caída, también se trata de que si un pesado robot cae cause la menor cantidad de daños al entorno y a las personas que estén cerca de ellos.

De momento, sin embargo, el sistema es primitivo y muy limitado debido a la complejidad de «calcular cuál es la mejor manera de caer» en cada caso — en lugar de reaccionar automáticamente que es «como hacen muchos animales incluyendo los humanos con los reflejos, gracias al sistema nervioso.»

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