Por @Alvy — 22 de junio de 2005

4 Segways

Estoy de vacaciones en la Costa Brava. Ayer hicimos una escapadita rápida a Barcelona. Ninguno de mis acompañantes conocía la ciudad, de modo que aproveché para llevarles a una visita muy especial que podría denominarse la visita ultra-geek: un tour guiado en Segway. Los Segways son sin duda los aparatos más geeks del universo: alta tecnología en estado puro que sirve principalmente para divertirse.

Encontré la información de Barcelona Glides, la empresa que nos los alquiló, en una anotación titulada Segway en Barcelona, hace ya bastantes meses. Cuando decidimos las vacaciones y fechas aproveché e hice una «reserva secreta» para todo grupo, en un día laborable para que hubiera menos gente por las calles y fuera más divertido. Hemos tenido suerte y el buen tiempo nos ha acompañado, ha hecho mucho sol pero con un calor razonable. En realidad yo conozco bien Barcelona porque la he vistado muchas veces y tengo un montón de amigos allí, y también había oído y leído sobre los Segways (aunque nunca había visto o probado ninguno). Pero nadie más del grupo sabía a dónde íbamos ni qué eran esos aparatos, ¡así que la sorpresa fue mayúscula!

Algo de historia del Segway

Por mi parte, como buen geek, me había leído en los últimos años todas las páginas de Segway.com, visto todos los vídeos (que son buenísimos) y leído un montón de artículos, incluída la historia semi-oficial de los Segways en el libro Code Name Ginger: The Story Behind Segway and Dean Kamen's Quest to Invent a New World. Cuando este aparato iba a ver la luz, hace ya varios años, circularon rumores e historias exageradas sobre una «revolución» casi mundial: todo se magnificó hasta más allá de lo imaginable, especialmente a raíz de una filtración/anticipo del libro de Steve Kamper y lo que sucedió cuando algunos «famosos» probaron el Segway/Ginger/IT - tuvo muchos nombres antes del definitivo. (A modo de ejemplo, véase Steve Jobs and Jeff Bezos meet Ginger). En aquel momento se estaba hablando prácticamente del descubrimiento de la antigravedad, del teletransporte... Aunque el Segway es simplemente un patinete eléctrico.

Pero qué pedazo de patinete eléctrico

A Dean Kamen, inventor del Segway, le fastidia profundamente el apodo de «patinete», pero comprobé que hasta nuestro guía llamaba a los Segways por lo que parecen: patinetes eléctricos y también que nadie es capaz de retener, entender, recordar o pronunciar «Segway». Tal vez Ginger hubiera estado mejor. Hasta la empresa de alquiler se llama Barcelona Gliders (planeadores) que parece un mejor nombre.

Como es un tour en Segway

El tour en Segway consiste básicamente en lo siguiente: pagas 60 euros por unas dos horas largas, casi tres, de visita a la ciudad. Una persona por Segway: físicamente sólo hace falta pesar más de 35 kilos, tener movilidad normal (por ejemplo: poder subir escaleras) y... tener la mano izquierda hábil - ver más adelante sobre este detalle ;-) Se puede llevar una mochila a la espalda, cámaras, bebidas, hacer pausas donde se quiera, etc. porque el grupo es pequeño y todo es bastante personalizado. Un guía acompaña al grupo y explica historias de la ciudad y muestra sus encantos... Con la diferencia de que en Segway puedes recorrer tal vez diez o quince kilómetros en dos horas, en vez de los tres o cuatro que harías andando.

Los primeros diez minutos con Edgar, nuestro guía, fueron el mini-cursillo para manejar el Segway. Realmente se aprende a conducirlo en cinco minutos: cómo encenderlo, subirte al aparato en equilibrio, moverte adelante y atrás, girar... ¡listos!

El Segway por dentro

Como se ve en las fotos el Segway tiene sólo dos ruedas, de modo que tal y como aparenta y como las bicicletas, ha de mantenerse en equilibrio. Pero la gracia del invento es que es el aparato quien mantiene el equilibro, mediante un ordenador, giroscopios, sensores y el motor principal. El conductor no tiene que hacer prácticamente nada. ¡De verdad! Tras encenderlo y subir a la plataforma se puede incluso soltar las manos del manillar porque el equilibrio lo mantiene «la tecnología». Algunos modelos de Segway incluso se mantienen en equilibrio solos. Pero, como nos decía el guía: esto sólo funciona si tienes fe en la tecnología porque instintivamente la gente tiende a mover el cuerpo para buscar el equilibrio y eso confunde a los sensores y puede meter al aparato en un extraño ciclo de cabeceo. Asi que lo mejor es agarrar el manillar, mirar hacia el frente y no moverse confiando en el ordenador que está literalmente bajo tus pies. (Si has leído Contact de Carl Sagan te sonará ese tipo de fe que hay que tener en la ciencia por la escena del péndulo. Pues igual.)

Para moverse hacia adelante simplemente hay que inclinarse gentilmente. El aparato se inclina también, los sensores detectan ese cambio y el motor hace avanzar las ruedas para desplazarse hacia adelante. Lo mismo se hace para moverse hacia atrás - gesto que también sirve para frenar, por cierto. Cuanto más te inclinas, más rápido vas. Te echas hacia atrás: frenas. Tras probar los «límites» de nuestros Segways HT (creo que de segunda generación) descubrimos hasta dónde se podía llegar, y el guía nos confirmó que alcanzaban unos 8 km/hora.

Para girar el Segway se utiliza solamente la mano izquierda. En el manillar, que está completamente fijo (no es móvil como el de una bici) hay un mando giratorio como el de las motos, que si mueves en sentido de las agujas del reloj hace girar el Segway a la derecha, y en sentido contrario a la izquierda. Esto es tal vez lo más complicado de aprender/memorizar, pero a los cinco minutos puedes hacerlo ya sin pensar. El Segway tiene un radio de giro cero, lo cual quiere decir que puede girar parado. Mientras practicas lo normal es moverte, detenerte, girar y luego seguir; al cabo de un rato ya avanzas y giras a la vez y a los quince minutos todos esos movimientos te parecen totalmente naturales. Sin ánimo de exagerar diría que sin duda es más fácil (e incluso natural) que aprender a esquiar o montar en bicicleta.

Con el Segway hay que tener los mismos cuidados que cuando vas andando o corriendo: pequeños objetos, baches, rampas o escalones pequeños se pueden atravesar sin problemas, pero podrías caerte si los sensores despistan demasiado al ordenador - todo es cuestión de no hacer el cabra. Las derrapadas sobre agua o arena son al parecer las principales causas de caídas, pero en toda nuestra visita nadie tuvo problemas con esto. En las rampas es divertido ver cómo el Segway se guía por «la gravedad» y se adapta al ángulo de subida o bajada sin problemas y al instante, sin variar apenas la velocidad de crucero.

De paseo por Barcelona

Una vez cogimos práctica recorrimos todo el barrio antiguo de Barcelona, la Catedral, las pequeñas calles... El Segway no ocupa más de 20 ó 25 cm extra a los lados de la persona, es como si tuvieras pies grandes y llevaras dos bolsas de la compra en las manos y necesitaras algo más de espacio, pero cabes por casi cualquier lado. Tampoco te eleva demasiado, tal vez otros 15 ó 20 cm. Como además vas despacio y es increíblemente silencioso, se usa por zonas peatonales, y puedes ir entre la gente sin ningún problema, sin asustar a nadie ni atropellarles.

En realidad la situación legal de los Segways como vehículos depende de cada país y cada ciudad. En Barcelona no parece estar regulado. Es como ir en un patinete normal (digamos: menos que una bici): puede ir por las aceras o por la calzada. Los policías no te miran mal, incluso parece que a la guardia urbana y a los peatones les asombra y parece divertido - desde luego todo el mundo sonríe al verlo. En Málaga leí que lo utilizan los propios policías municipales. En otras ciudades hay que llevar casco de ciclista, ir por carriles bici, o circular por la calzada como «coche». Como además Barcelona es una ciudad muy amable para las bicis, con amplias aceras peatonales y casi totalmente plana y sin cuestas, es el lugar ideal para circular en Segway. En las casi tres horas de ruta sólo hubo un bordillo que no pudimos subir, el resto estaba perfectamente adaptado a la circulación para bicicletas o Segways.

Salimos de la zona antigua, bajamos la Rambla y al llegar a la zona del puerto, al otro lado de la estatua de Colón, arrancamos el Segway con una «llave mágica» (no sé si va de serie o era un hackeo a medida). Esa llave sube el limitador de velocidad de 8 a 12 km/h y agiliza los giros. A esas alturas ya hacíamos piruetas, circulábamos sin las manos en el manillar, tirando fotos y haciendo vídeo sin detenernos siquiera - lo cual es asombroso de ver como espectador, porque los conductores parecen amos del equilibrio cuando en realidad no están haciendo nada sino que es el Segway quien lo hace por ellos. Tras unos helados para aplacar el calor continuamos por la playa hasta el Hotel Arts y luego volvimos por el bonito Parque de la Ciutadella hacia el casco antiguo.

Una medida de seguridad incorporada en el Segway es que cuando intentas ir demasiado rápido y llegas al límite la máquina se «encabrita» sola y hace el gesto de frenado, lo cual te obliga a echarte hacia atrás y reducir un poco la velocidad. En general tanto esto como el resto de la interfaz del Segway es excelente a todas luces. Una mini-pantalla sencilla, bien visible, pero sin letras siquiera, ni indicador de velocidad o km recorridos. Un solo botón, el de encendido. Un sólo contacto, la llave. Tal vez el mando de giro sea la única decisión de diseño que parezca extraña al usarla, pero seguro que hay alguna una razón para ello - no recuerdo que estuviera explicado en el libro. Tal vez un manillar móvil sería demasiado sensible, dos botones demasiados (si puedes bastarte con uno) y girar «analógicamente» un mando sea mejor que pulsarlo digitalmente. En fin, teniendo en cuenta que también hubo cierto debate (medio en broma medio en serio) sobre por qué el Segway sólo tiene dos ruedas pudiendo tener tres y ser más sencillo y barato -¡y eso sí que no lo justifican en el libro!- lo del volante de giro es casi irrelevante ;-)

Experiencia completa

Algunos otros detalles que me gustaron mucho de la experiencia:

  • El modo asistido que te sirve para mover el Segway sin subirte, pero con el motor ayudándote.
  • El marcador de estado que tiene una carita simpática estilo Mac OS 7 que te dice que ya puedes subirte al aparato, así como el estado de la batería (la autonomía son unos 18-20 kilómetros, en futuros modelos será unos 40 km.)
  • La llave magnética de arranque como las de abrir los garajes.
  • La recarga de la batería que se hace enchufando un cable de corriente normal a un enchufe normal, en la base del manillar.
  • La bolsita de transporte que va delante y viene muy bien para meter la cámara de fotos, vídeo, botellas de agua y otros artilugios geeks.
  • La absoluta ausencia de ruido del Segway, que sólo cuando vas muy rápido hace un pequeño zumbido pero que además los ingenieros ajustaron para que sonara de forma agradable, según cuentan en el libro
  • «Lo complicado que debe ser esto por dentro pero lo sencillo que es por fuera», pensamiento geek recurrente durante la experiencia.

Lo único negativo de la experiencia fue la extraña sensación que te queda en los pies: sin darte cuenta te pasas más de dos horas de pie sin «moverte» realmente, aunque hayas recorrido diez o quince kilómetros. El hormigueo en los pies, que se te pueden llegar a dormir, hace que tengas que moverlos un poco para masajearlos cada rato, al igual que es bueno cambiar de postura o hacer pausas. Supongo que si usas mucho un Segway te acostumbrarás fácilmente, porque el guía no parecía tener ese problema.

Conclusiones finales

Para los curiosos, confirmar que el precio de venta de los Segway HT que se alquilan por horas es de unos 6.000 euros. Está muy lejos de ser un gadget barato, y no se sabe cuándo bajarán de precio, ni si lo harán alguna vez - más bien parece que saldrán mejores modelos por precios similares. Lo mejor sin duda es que existan las empresas de alquiler para poder pagar sólo algunos euros por probar un Segway unas horas y decidir si te gusta. Supongo que plantearse comprar uno o no dependerá de muchas cosas: dónde vivas, dónde trabajes, cómo sea tu ciudad (llana, cuestas, carriles bici, etc) así como de detalles como si tienes sitio para guardarlo en un garaje y de tu estilo de vida en general. Nuestro guía nos explicó también claramente las ventajas: no contamina, no hace ruido, no pagas seguro, no pagas gasolina y tiene muy poco mantenimiento - repartió como veinte o treinta folletos entre los viandantes que le preguntaban por el camino.

Estoy seguro que habrá gente interesada en comprar un Segway para uso personal, pero no da la impresión que vaya a ser la revolución real en el transporte en general a corto plazo - aunque sí lo es para casos particulares. Hay quien dice que si lo tuviera un Segway lo usaría todo el rato - pero también que eso eliminaría el único ejercicio que hacen en su vida: andar un poco. También sucede lo de siempre: comprar sólo un aparato sería aburrido, lo mejor es tener al menos dos para ir en pareja y que sea más divertido (y claro: doble alegría, doble gasto). También hay grupos de amigos de los Segways en las ciudades, según he visto por ahí. En la web oficial de Segway Spain hay mucha más información sobre modelos, folletos, vídeos, precios y todo eso. ¡Si te animas a comprar uno diles que vas de parte de Microsiervos! Un viejo amigo nuestro trabaja allí, y de hecho nos avisó de que la web estaba abierta hace muy poquito. A lo mejor te regala unas pegatinas o algo ;-)

Si tuviera que resumir la experiencia en dos palabras, claramente estas serían: mola todo. Siendo geek es imposible pensar otra cosa de este pedazo de invento y de lo bien diseñado que está y lo divertido que resulta usarlo. Es tecnología en estado puro aplicada a la diversión inmediata y directa, pero con el clásico lado «práctico» y razones válidas que podría justificar una compra impulsiva ante quien corresponda ;-) Clásico ejemplo de potencial y tentadora compra loser donde las haya - en el buen sentido, claro. Asi que, ¡cuidado con esos impulsos geeks, que nos conocemos! (Haz como yo y mételo en tu lista de deseos por si a algún conocido le toca la lotería ;-)

Me pongo como deberes pendientes para la vuelta de las vacaciones escribir la reseña del libro Code Name Ginger que hubiera jurado que ya había escrito porque lo leí el año pasado (pero he comprobado que no) y que me pareció bastante bueno, además de descubrirme a un Dean Kamen, un inventor genial, geek entre los geeks.

Y repetir visitas en Segway en otras ciudades, tan pronto como sea posible.

{Foto: Segway Tour (CC) Elizabeth/Runder @ Flickr}

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