Por Nacho Palou — 1 de marzo de 2013

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Gracias a Mitsubishi España he tenido ocasión de probar el Outlander PHEV, la versión con motor eléctrico de su vehículo todocamino.

Las siglas PHEV corresponden a Plug-in Hybrid Electric Vehicle. Es decir, se trata de un vehículo eléctrico que dispone de un motor de gasolina y que además -si se quiere- se puede enchufar a la red electrica para cargar las baterías.

De este modo el Outlander PHEV aprovecha lo mejor de ambos mundos: de los vehículos con motor de combustión se beneficia de la indudable ventaja de que el coche podrá seguir avanzando siempre que haya una gasolinera.

De los vehículos con motor eléctrico se beneficia de un reducido consumo (equivalente a 1,9 litros a los 100 km), mínimas emisiones de CO2 (44 gramos por cada kilómetro recorrido) y una suavidad y silencio de funcionamiento que ni los más refinados motores de gasolina pueden igualar.

Otra ventaja de los coches eléctricos que también se encuentra en el Outlander PHEV es que el par, la fuerza del motor, es generoso y su entrega es inmediata, sin que sea necesario esperar a que el motor aumente de revoluciones.

Lo anterior, en combinación con la práctica ausencia de ruido del motor, hacen que sea muy fácil que el coche coja más velocidad de la permitida, lo que exige prestar algo de atención al velocímetro en los primeros momentos de conducción.

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Simplificando el esquema técnico, el Outlander PHEV dispone en la parte frontal de un generador eléctrico, de un motor de combustión de gasolina de 2 litros de cilindrada y unos 120 CV de potencia y de un motor eléctrico de 80 CV. En la parte posterior cuenta con otro motor eléctrico también de 80 CV.

La presencia de dos motores eléctricos, uno en cada eje, posibilita que el Outlander PHEV funcione como un vehículo 4x4, con tracción total. Pero en lugar de recurrir a una transmisión convencional que conecte físicamente el motor y los dos ejes utiliza un controlador electrónico que regula el funcionamiento y la entrega de potencia de ambos motores eléctricos funcionando simultáneamente pero de forma independiente en cada eje. Esto reduce las pérdidas de potencia y el desgaste de piezas causado por el rozamiento de componentes en movimiento y simplifica el mantenimiento mecánico del vehículo.

El Outlander PHEV está diseñado para funcionar como coche eléctrico en todo momento. En modo puramente eléctrico tiene una autonomía de algo más de 50 km. Es decir, que en teoría con las baterías cargadas podría recorrer esa distancia aunque no tuviera gasolina. Con el depósito de combustible lleno la autonomía es de unos 900 km.

En la práctica el vehículo utiliza los recursos disponibles (carga de batería, generador y motor de combustión) para adecuarse a las necesidades de potencia de cada momento. De modo que activará el generador para mantener cierta carga en las baterías o utilizará el motor de gasolina -en combinación con los motores eléctricos- si detecta que existe una constante y prolongada necesidad de potencia, caso de circular a gran velocidad por autopista.

La batería es un lugar de paso para la energía obtenida del movimiento del vehículo (en deceleración, al frenar o al descender una pendiente) y de la energía procedente del generador del motor de gasolina, pero no es necesario que la batería esté cargada para que el vehículo funcione, siempre y cuando tenga gasolina. Si se quiere y en un gesto opcional las baterías se pueden cargar enchufando el vehículo a la red eléctrica.

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De modo que además de la tapa de combustible el Outlander PHEV tiene otra tapa, en el lado opuesto, con dos enchufes: uno para carga a través de un enchufe doméstico convencional y otro para carga a través de un enchufe de potencia o de carga rápida. En el primer caso son necesarias cuatro horas para la carga completa si está totalmente descargada; en el segundo, con el enchufe de carga rápida, bastan 30 minutos para cargar las baterías al 80%.

Respecto a un vehículo 100% eléctrico la ventaja de un PHEV es que no es necesario enchufarlo nunca a la red eléctrica. El vehículo funcionará igualmente pero obtendrá la electricidad necesaria para los motores eléctricos a través del motor de gasolina.

Aunque el Outlander PHEV, como coche eléctrico que es, no tiene una caja de cambios "normal", sí que dispone de levas en el volante, las cuales permiten aumentar o reducir la retención de los motores para incrementar la carga eléctrica y a la vez ayudar a retener el vehículo al bajar pendientes prolongadas, caso de un puerto de montaña.

Una virtud de esta variante PHEV es que no hay un cambio apreciable de comportamiento y de manejo respecto a un coche con motor de combustión. Es decir, el conductor no tiene que hacer nada más que conducir y echar gasolina de vez en cuando, como haría con un coche convencional.

De hecho, salvo por el aumento en el peso y por una reducción en la capacidad de carga del maletero -y la imposibilidad de montar en éste las dos plazas adicionales-, por lo demás este Outlander eléctrico es exactamente igual que el Outlander convencional 4WD con motores de gasolina o diésel.

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A parte de que el Outlander actual supone una gran mejora en los acabados y en el comportamiento respecto a la generación anterior (de 2007) en el modelo PHEV la propulsión eléctrica contribuye a mejorar la experiencia de conducción por la suavidad y el silencio de funcionamiento, y porque la entrega de potencia es inmediata y muy constante.

El modelo probado fue muy fácil y agradable de conducir, y eso a pesar de que se trataba de la versión para el mercado japonés (allí se puso a la venta con el comienzo de este año) con la información en ese idioma y con el volante a la derecha.

Está previsto que el Outlander PHEV se ponga a la venta en España después del verano, probablemente en septiembre. El precio está aún por determinar, pero se calcula que incluyendo las ayudas del Gobierno y de la marca esté algo por encima de los 40 mil euros.

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