Por @Alvy — 14 de enero de 2014

Estas criaturas bípedas que no son sino modelos 3D en un simulador aprenden a caminar gracias a un sistema autoaprendizaje: los diferentes «muñecos» tienen mecanismos y motores autónomos virtuales adaptados a las diversas formas de las criaturas. El software simula tanto las fuerzas que actúan sobre cada pieza como los resultados físicos en cuanto a movimientos, bajo los efectos de la gravedad. ¿Se mantendrán los «muñecos» el equilibrio? ¿Cuán rápido son capaces de andar? ¿Y si se encuentran con algún obstáculo?

Lo interesante es que el software va analizando los resultados y mejorando los modelos en cada generación: de este modo «descubre» por sí mismo algunos trucos, como que para algunos bípedos es más conveniente correr a saltitos que zancada a zancada o resuelve situaciones de forma instantánea (ej. un tropezón). Las únicas limitaciones son las de la biomecánica que se plantee; el resto son parámetros con los que se pueden jugar, incluyendo la fuerza de la gravedad, el rozamiento y otros – es simpático ver cómo saltan en la Luna o quedan medio aplastados en Júpiter.

También resulta divertido ver el comportamiento de los modelos 3D cuando hay imprevistos como obstáculos, circuitos o rampas con diversas inclinaciones: en ocasiones resulta un tanto hilarante cuando sus movimientos no son todo lo adecuados que deberían ser; las tomas falsas del final son una buena prueba.

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