NASA
Reducir al máximo el peso de las naves espaciales durante el despegue desde la tierra es uno de las premisas de cara a viajes espaciales de larga duración en los que hay que cargar los vehículos hasta los topes, caso de pretender instalar una base en la luna —a lo que la NASA aspira para algún momento entre 2019 y 2024.
Una forma de conseguirlo sería no tener que transportar el combustible de los cohetes para el viaje de vuelta a pesar que para despegar desde la luna la necesidad de empuje es mucho menor que cuando se despega desde la tierra.
Una propuesta en desarrollo consiste en convertir los desechos producidos durante el viaje en combustible para el viaje de vuelta. Esto además evitaría tener que cargar con de vuelta con la basura, para quemarlos en la atmósfera.
También evitaría tener que dejarlos en la superficie de la luna como ya se hizo en las misiones Apolo.
De modo que distintos grupos de investigadores trabajan con desechos simulados —restos de comida, toallas y ropa usada y desechos humanos— para comprobar cuánto metano pueden obtener a partir de esos desechos usando diferentes procesos. El resultado es de unos 290 litros de metano por tripulante por día utilizando un proceso que elimina los patógenos de los desechos humanos y produce biogás.
El mismo proceso produce varios litros de agua no potable que sin embargo puede descomponerse por electrólisis en hidrógeno y oxígeno. El oxígeno puede respirarse, mientras que el hidrógeno, unido al dióxido de carbono producido por los astronautas al respirar, puede convertirse en metano y agua, según explican en Process converts human waste into rocket fuel, vía Futurity.
El mismo proceso puede aplicarse aquí en la tierra y el combustible resultante utilizarse para la calefacción, generación de electricidad y transportes.
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