Encontré este curioso vídeo sobre la construcción de una calculadora mecánica, algo que emula las antiguas máquinas que se usaban para estas tareas en el siglo XIX. Está fabricada artesanalmente, con un montaje pieza a pieza que es parte del encanto del vídeo. Además Will, en su canal WhatWillMakes, lo acompaña de detalladas explicaciones históricas además de los secretos sobre su funcionamiento y construcción.
Pascal y Schickard, en el siglo XVII, fueron los primeros en proponer este tipo de máquinas, Leibniz puso su granito de arena y luego llegó Thomas de Colmar en el siglo XIX inventando el Aritmómetro, en el que se basa esta máquina, aunque incorporando algunas mejoras. Como dice Will, que ha dedicado un verano completo a la construcción, es todo cuestión de ver fotos de la máquina, interpretar cómo funcionaba y replicarlo o mejorarlo; no hacen falta siquiera planos, aunque si existen, mejor que mejor.
Es bastante increíble que con una máquina puramente mecánica y un tanto rústica como esta se puedan hacer tantos cálculos, pero el caso es que puede sumar y restar y también multiplicar y dividir. Tiene 6 dígitos de entrada y 12 de salida.
Es importante entender las bases del asunto, especialmente cómo los números en base 10 actúan de forma «circular», lo que supone cada operación y el concepto del acarrero, el «llevarse una». Una vez comprendido hay que ir fabricando las piezas para cada número y para sumar en base a engranajes cuidadosamente recortados. En total hay 156 engranajes con alrededor de 1.500 dientes. Para moverlos se usa una gran palanca y una cadena con piñones de unas 304 piezas. También se añaden muelles y rodamientos para hacer los valores «más digitales y precisos», y que no se quede una rueda entre el 3 y el 4, sino que marque 3 ó 4, según corresponda.
Restar es relativamente fácil una vez se ha construido la suma, pero la multiplicación tiene más enjundia. Hay que girar la palanca tantas veces como marquen los dígitos del multiplicador, pero por suerte no tal cual, sino dígito por dígito (es decir: 427 hay que girarlo 4+2+7 = 13 veces, no 427, que sería casi eterno). La clave es que entre dígito y dígito (7, 2 y 4) hay que desplazar el tablón del resultado, un poco como cuando multiplicamos a mano con lápiz y papel.
Dividir es repetir una resta varias veces y aunque aquí hace falta la inteligencia humana para ver si un número «cabe» o se puede restar de otro, si se hace bien el resultado es totalmente preciso; de hecho me parece flipante ver aparecer 3,141592 al dividir 355 entre 113. Y también te indica el resto, si es que queda alguno.
Un proyecto bastante asombroso aunque con unas bases sencillas que cualquiera puede entender.