Por Nacho Palou — 1 de marzo de 2016

Lo complicado que resulta planchar ropa para un robot tiene que ver con el enorme desafío que supone para ellos la manipulación de objetos deformables y con poco contraste. En el vídeo se puede ver lo dificultoso que resulta para el sistema detectar las arrugas en el tejido, especialmente las más tenues.

De hecho, el robot del vídeo requiere de dos sistemas que analizan simultáneamente la superficie del tejido. Uno de ellos escanea y calcula las variaciones de altura en el tejido de la ropa, mientras que el otro detecta variaciones en la continuidad de la superficie. Ambos sistemas juntos detectan los contornos y las arrugas del tejido. Una vez detectada una arruga el brazo robot dirige allí la plancha — y por supuesto, sucede que la arruga que se intenta eliminar simplemente se traslada o aparece por otro lado, más o menos como nos pasaría a ti y a mi.

El sistema más o menos funciona. El robot detecta las arrugas y trata de plancharlas; eso sí, no está para una prisa: en el vídeo la acción del robot está acelerada ×1,5 veces respecto a la velocidad real. «Vísteme despacio que tengo prisa».

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