Esta cuestión nos la planteó Sara desde La mañana en vivo, un programa de RNE en el que los oyentes envían preguntas. Como conoce nuestra afición por este tipo de temas nos envío un correo por si teníamos la respuesta a mano. La visible y aparente «contradicción» en la disposición de los teclados es bien conocida por los amantes de las cosas-con-teclas, pero la verdad es que no recordaba que tuviera una respuesta clara. Estuve investigando un poco por ahí hasta dar con buenos análisis en How Stuff Woks y Keyboard Trivia; también en castellano en Eliax y Así Funciona. Grabamos un pequeño resumen de lo siguiente para el programa, que se emitirá próximamente.
En breve: no hay una razón clara y definitiva. Los teclados de calculadoras y por extensión máquinas de escribir tienen el cero abajo y los grupos 123/456/789 van «subiendo». En los teléfonos fijos de teclas y por imitación en los móviles es al revés: utilizan el orden natural de lectura 123/456/789 y el cero también va abajo. Ambos aparatos (calculadoras electrónicas y teléfonos con marcado por teclas) tuvieron su origen más o menos de la década de los 50; no parece que uno pudiera haberse impuesto al otro por cuestión de antelación histórica.
Una primera teoría que suena plausible es la de que las calculadoras heredaron la idea/tradición de «el uno va abajo» de las cajas registradoras antiguas, en las que había números de unidades/decenas/centenas en filas verticales de teclas; por otro lado los teléfonos pudieron heredar la idea de «el uno va arriba» de la posición de los números de los teléfonos con disco de marcar («dial rotatorio») como este o este otro. Sobre ambas «herencias» pueden encontrarse muchos contraejemplos, como esta caja registradora con teclado horizontal de aspecto aún más complicado (pares/impares) que al parecer era común entonces. Buscando fotos hasta vi que el tradicional teléfono público de fichas español casi era más bien del tipo «el uno, a la derecha».
Otra teoría que circula, que me resultó mucho menos creíble, es la que afirma que el teclado de las calculadoras se diseñó adrede invirtiéndolo respecto al del teléfono para «obligar a la gente a teclear más despacio». En esos teléfonos el marcado era por tonos y es cierto que la operación no funcionaba bien si se tecleaba a gran velocidad. Pero esta teoría pierde puntos para mi porque se asemeja para su desgracia demasiado a la leyenda urbana del origen del teclado QWERTY (véase también: El mito del teclado QWERTY).
La última teoría cuenta con más datos a su favor: apunta a estudios de usabilidad en los Laboratorios Bell, en concreto a Human Factor Engineering Studies of the Design and Use of Pushbutton Telephone Sets (1960). En el laboratorio de la gran compañía telefónica se probaron muchos diseños con sujetos de prueba y de allí se extrajo la conclusión de que la disposición cuadrada en grupos de tres y en el orden «natural» de lectura era la óptima, independientemente de las ya existentes en otros aparatos como las calculadoras.
Las pruebas de los Laboratorios Bell con distintas disposiciones de teclas para los teléfonos con teclas, a cual más exótica. Triunfó la «natural», VI-A.
Un último y poderoso argumento a favor de esta teoría –que a veces pasa un tanto desapercibido, pero que bien apuntó Todd Campbell para ABC News– es que, tanto en los 60 como ahora, los teclados de los teléfonos llevan asociadas letras en grupos: ABC, DEF, etcétera, para realizar ciertas funciones, originalmente recordar las iniciales de las centralitas/barrios, hoy en día escribir mensajes SMS. En la disposición del tipo 123/456/789 es fácil ver que también resulta «natural» que las letras vayan en el mismo orden: 2/ABC, 3/DEF… Si se usara la otra disposición, la de las calculadoras, sería algo así como 7/ABC, 8/DEF, 9/GHU, 4/JKL… tal vez un poco… raro. (Y peor aun sería poner el alfabeto al revés, aunque… véase aquí).
Respecto a esto último, me pareció curioso que las letras de los teclados del teléfono se usaran originalmente como mnemotécnico para recordar más fácilmente los números de las centralitas de las diversas zonas o barrios. Se hacía por sus inciales, algo común en Estados Unidos e Inglaterra, donde por alguna razón no se usaban ni Q ni Z ni se asignaban letras al 1. Luego llegó la confusión total con las diversas disposiciones de letras según los países, hasta que se estableció el estándar ISO/IEC 9995-8 que es el actual de todos los teléfonos.
En definitiva: la razón última detrás del orden de las teclas en calculadoras y teléfonos no está del todo clara, ni parece que haya un consenso sobre por qué unos teclados son de una forma y otros de otra. Bien podría haber una combinación de diversas razones o bien ser el típico caso de desarrollos independientes sobre dispositivos similares, que acabaron por caminos diferentes. El teclado de las calculadoras probablemente procedería del de las cajas registradoras y calculadoras mecánicas primitivas; el otro claramente parece proceder de las pruebas de usabilidad de los Laboratorios Bell. Ambos eran distintos, pero pudieron coexistir en el tiempo.
La guinda del asunto la pone otro objeto cotidiano: el teclado de los cajeros automáticos de los bancos. Aunque el teclado de un banco debería ser lo más parecido del mundo al de una caja registradora, o una calculadora… casi todos tienen la misma disposición de teclas que tienen los teléfonos. Paradojas de la vida.