Por @Alvy — 17 de septiembre de 2012

Este artículo se publicó originalmente en Cooking Ideas, un blog de Vodafone donde colaboramos semanalmente con el objetivo de crear historias que «alimenten la mente de ideas».

Quiso la casualidad que me encontrara estos días con un par de interesantes avances relacionados con la tecnología presente en los supermercados. Son ambas soluciones muy ingeniosas que consiguen complementar la experiencia cotidiana de ir a la compra de dos formas interesantes.

La primera procede de la agencia Ogilvy en Brasil, para la marca Hellman’s. La idea es la siguiente: cuando alguien compra un bote de mayonesa, un software especial instalado en las cajas de pago reconoce el producto por su código. Entonces revisa en tiempo real el resto de productos que ha comprado el cliente y le propone una apetecible receta personalizada que contiene la mayonesa como uno de sus ingredientes. ¿Dónde se detalla la receta? Qué mejor lugar que en el propio ticket de compra.

El desarrollo de este sistema no es trivial, pero una vez explicado es de esos inventos que «parece fácil». En primer lugar, la agencia tuvo que ponerse de acuerdo con la cadena de supermercados brasileña y cambiar el software de más de cien cajas registradoras. (Hay tal variedad de terminales en cada país que cambiarlo a nivel general podría ser una auténtica pesadilla). Luego, hubieron de incluir una base de datos de recetas que además reconociera y tuviera en cuenta todos los productos que vende el supermercado – lo cual es más que complicado porque cambian cada día. Finalmente tuvieron que hacer que todo funcionara como la seda, en tiempo real, en el tiempo que se tarda en pasar los productos por la caja y recoger el ticket de compra.

Al parecer las ventas de la mayonesa Hellman’s se incrementaron más de un 40 por ciento tras el comienzo de la campaña. El efecto es en cierto modo similar al de algunas tiendas que ofrecen «productos relacionados» unos junto a otros: limones junto al pescado; bombillas junto a las almejas; palomitas en el videoclub – solo que un paso más allá. El cliente se va de la tienda con una sugerencia concreta sobre cómo consumir placenteramente lo que ha comprado. Todo un avance.

Este otro ejemplo es algo más antiguo y procede de las universidades de Nottingham, Sussex y la Open University. Consiste en un carrito de la compra al que se ha instalado un pequeño ordenador y unas señales visuales en forma de luces verdes que informan sobre ciertas características de los productos con solo escanear su código de barras.

Se llama Lambent Shopping Trolley Handle y puede realizar varias funciones tras identificar cada producto por su código [en el vídeo, a partir del minuto 03:00]. Originalmente se programó para dos cosas: mostrar el número de kilómetros que un producto había recorrido desde su lugar de origen (algo importante desde el punto de vista ecológico, como el concepto «huella de carbono») y aparte otra variedad de datos relevantes: si es orgánico, contiene trazas de nueces –algo a lo que ciertas personas son alérgicas– etcétera. Otra utilidad podría ser algo más directo: mostrar qué alimentos contienen más calorías o grasas por cada 100 gramos de producto, algo que también preocupa a mucha gente.

Lo interesante en este caso es el mecanismo y el formato: la propia barra de empujar el carrito contiene las 16 luces verdes y una pequeña pantalla con una carita sonriente o triste. No tengo claro si el dispositivo contiene toda la información internamente (y se actualiza cuando cambia el catálogo) o si se actualiza vía Wi-Fi (más probable), pero en cualquier caso es probable que realice su función de forma bastante autónoma.

Desde el punto de vista conceptual, la idea es muy clara y directa: proporcionar información valiosa para la gente sobre lo que va a comprar, gracias a una operación rápida –escanear el código de barras del producto en el carrito– sin tener que perder tiempo leyendo con dificultad etiquetas con letra minúscula. gracias a las las luces todo el mundo puede ver fácilmente el resultado, ir al grano y ahorrar tiempo. Todo un avance.

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