Cuando fueron saliendo a subasta las licencias de telefonía 3G, esa que permite conexiones de datos de alta velocidad, las operadoras se lanzaron como locas a ellas convencidas de que iban a ser la próxima gallina de los huevos de oro. Veían en estas licencias y en los servicios que iban a ofrecer con ellas la solución al problema de que les estaba resultando cada vez más complicado vender más minutos de voz en un mercado en el que en algunos países hay más líneas de telefonía móvil que habitantes. Y es que, simplemente, a los abonados ya no nos daba tiempo a hablar más.
El problema con el que se encontraron fue que muy pocos estábamos interesados en los servicios que quisieron vender en un principio, como por ejemplo las videoconferencias, y menos al precio que los vendían, lo que durante un tiempo fue un serio problema para ellas e incluso provocó el cierre de alguna de las más pequeñas.
Sin embargo, han sabido encontrar una forma de recuperar esas inversiones con el acceso a Internet móvil, ya sea mediante módems USB que han sido promocionados hasta la saciedad, ordenadores ultraportátiles con conexión 3G incorporada o teléfonos móviles inteligentes.
Este servicio, que ahora que empieza a tener además unos precios asequibles, les ha permitido alcanzar ya casi los 6,5 millones de usuarios solo contando los que se conectan con sus teléfonos y con una demanda que va creciendo, pero las operadoras, a las que parece que no hay forma de contentar, están quejándose precisamente de esto desde hace algún tiempo, diciendo que tantos usuarios de Internet móvil pueden llegar a saturar sus redes, así que a ver por dónde nos salen.
{ Publicado originalmente en La Voz de Galicia, donde colaboramos habitualmente }