Por @Wicho — 13 de marzo de 2020

Primer prototipo del 737 MAX en vuelo
Primer prototipo del 737 MAX en su primer vuelo – Boeing

Hoy se cumple un año desde que, a regañadientes, la Autoridad Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA) seguía el ejemplo de todas las demás reguladoras del mundo y retiraba el permiso para volar del Boeing 737 MAX. Eso lo dejaba sin poder volar en ningún sitio.

El detonante de esto fueron los accidentes de los vuelos 610 de Lion Air y 302 de Ethiopian Airlines. El primero, sucedido el 28 de octubre de 2018, supuso la muerte de 189 personas. El segundo ocurrió el 10 de marzo de 2019 y costó la vida a 157 personas.

Los dos aviones accidentados eran Boeing 737 MAX, la generación más reciente del conocido avión de pasajeros. El de Lion Air tenía poco más de dos meses en servicio. El de Ethiopian no llegaba a los cuatro. Eso, y ciertas similitudes en el comportamiento de los aviones, hicieron saltar todas las alarmas porque no es normal que dos aviones tan nuevos se estrellen con tan poco tiempo de diferencia.

Tewolde Gebremariam, presidente de Ethiopian Airlines, en el lugar del accidente
Tewolde Gebremariam, presidente de Ethiopian Airlines, en el lugar del accidente – Vía Ethiopian Airlines

El problema estaba en el fallo del MCAS, un sistema incorporado por Boeing en los MAX para compensar la tendencia al encabritado que produce posición más adelantada y hacia arriba de los motores en este modelo. Con el tiempo se supo que el MCAS sólo lee el valor del ángulo de ataque de uno de los sensores de los que dispone el avión, con lo que el fallo de este puede volver loco al sistema, que empieza a empujar el morro del avión para abajo sin cesar.

Además se supo que Boeing había convencido a la FAA de que este sistema actuaría siempre de forma transparente y que no hacía falta formar a las tripulaciones en su funcionamiento; de hecho las tripulaciones ni sabían que ese sistema existía hasta después del primero de los accidentes. Luego resultó que en realidad había ocultado lo agresivo que puede ser el sistema.

Luego se fueron encontrando otras decisiones comprometidas por parte de Boeing en lo que se refiere al diseño del avión, así como prácticas muy poco profesionales en sus líneas de ensamblado.

Pero para cuando parecía que Boeing atisbaba la luz al final del túnel y que el avión podía entrar en servicio quizás en verano de 2020 –aunque la empresa al princpio aseguraba que esto iba a pasar antes de que acabara 2019– ahora se han encontrado con un problema extra, el coronavirus.

El follón generalizado que está causando la pandemia de este patógeno va a provocar sí o sí que se retrase la vuelta al servicio del avión. Aunque se puedan hacer las pruebas en vuelo va a ser imposible que los mecánicos viajen para poner al día los aviones ya entregados con las modificaciones que la FAA determine.

Y además el coronavirus está haciendo que se desplome la demanda de vuelos. Delta tiene en tierra ya 300 aviones porque simplemente no tiene pasajeros con los que llenarlos; es posible que empiecen a caer cancelaciones de pedidos a mansalva. Aunque ojo, esto también va a afectar a Airbus.

Pero los dos fabricantes, mejor o peor, sobrevivirán. Otra cosa será lo que pase con las aerolíneas. Los próximos meses verán, sin duda, el cierre de unas cuantas.

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