Impresión artística del Boeing F-47 – Fuerza Aérea de los Estados Unidos
Hace unos días el presidente Trump, con su secretario de defensa Pete Hegseth al lado, anunciaba que Boeing construirá el F-47, el primer caza de sexta generación para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF). La que ha perdido, en este caso, es Lockheed Martin.
La idea es que el F-47 esté en servicio en 2030 con un coste por unidad inferior al del F-22, que está llamado a sustituir. Pero me pongo el gorro de pitoniso y me atreveré a decir que ni una cosa ni otra, por mucho que Trump haya dicho que lleva cinco años volando; en realidad lo que parece haber volado son distintos demostradores para probar tecnologías que serán utilizadas en el F-47, pero no el F-47 propiamente dicho.
Esto no es sólo una opinión mía a tenor de los abismales resultados de Boeing en otros programas que tiene en marcha como la cápsula espacial Starliner, el avión nodriza KC-46, o el infausto Boeing 737 MAX que ya ha provocado puyazos como lo del F-47 MAX. Es que la Fuerza Aérea de los Estados Unidos también se lo teme. El ganador del contrato iba a ser elegido en 2024, pero la administración Biden puesto el proyecto en pausa después de que su coste previsto se disparara, con una estimación del precio de cada caza en tres veces el del ya carísimo Lockheed Martin F-35 Lightning II.
La USAF puso entonces en marcha un estudio interno para juzgar si el programa podría proporcionar el dominio aéreo buscado en medio de los rápidos avances en la aviación y la tecnología de defensa aérea. Y, curiosamente, a principios de marzo de 2025, supimos que el estudio había llegado a la conclusión de que el NGAD era necesario.
Así que el F-47, que aún no tiene nombre, será, en cualquier caso, la pieza central del programa Next Generation Air Dominance (NGAD), Dominio del aire de próxima generación, en el que se verá acompañado de drones, ya sea tripulados en remoto o autónomos. Que tampoco estarán listos a tiempo.
Su diseño, del que apenas hay detalles, está pensado para darle mucho más alcance que cazas anteriores, tanto a velocidad supersónica –Mach 2– como subsónica. Aunque tampoco está claro que vaya a encajar en la definición actual de un caza, pues en principio será más sigiloso y más grande que sus predecesores pero a cambio sacrificará la maniobrabilidad en combate por el alcance.
Este nuevo caza lleva el número 47 porque, según la USAF «honra el legado del P-47, cuya contribución a la superioridad aérea durante la Segunda Guerra Mundial sigue siendo histórica. Además, el número rinde homenaje al año de fundación de la Fuerza Aérea, al tiempo que reconoce el apoyo fundamental del 47º Presidente al desarrollo del primer caza de sexta generación del mundo».
También podría ser un homenaje al Boeing B-47 Stratojet, el primer bombardero a reacción diseñado por Boeing. Y es que, a fin de cuentas, el F-47 va a ser el primer caza a reacción diseñado por Boeing que entre en producción. Todas sus propuestas anteriores perdieron frente a las de otros fabricantes. Y los que vende hoy en día como el F-15 o el F-18, por ejemplo, los tiene por la compra de las empresas que los diseñaron en su momento.
El Boeing X-32B pidiendo ser vengado
El programa de desarrollo está valorado en unos 20.000 millones de dólares, lo que sin duda es estupendo para las maltrechas finanzas de Boeing. Al menos por ahora. Ya veremos cuando tenga que empezar a entregar aviones.
Trump, por otro lado, habló de las posibles ventas del F-47 a países aliados, lo que también le vendría muy bien a Boeing. Sólo que dijo que serían versiones limitadas en prestaciones por si algún día esos países dejaban de ser aliados.
Igual era una masterclass de metodologías agile, kaizen y relaciones públicas. Pero a mí me ha parecido otra metedura de pata más del señor este. Y si no que se lo digan a Lokheed Martin, que ve peligrar posibles ventas del F-35 ante la posibilidad de que los Estados Unidos puedan decidir dejar de darle soporte unilateralmente.